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Bauzá abandona al PP

sábado 28 de septiembre de 2013, 00:29h

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Como ya tenemos una edad, recordamos que dos lustros atrás nos hallábamos en plena efervescencia de la “nueva Mallorca”.  Nunca acabé de entender si se trataba de una corriente filosófica, un movimiento político, una operación empresarial o una simple supuración de rancio españolismo.  En cualquier caso, la piedra de toque consistía en dibujarnos como una sociedad de paletos provincianos manipulados por unos dirigentes caciquiles.  Todo ello formaba la “vieja Mallorca” que debía ser superada por esa “nueva Mallorca” moderna, cosmopolita y, evidentemente, dirigida por una nueva élite política y empresarial venida de España para salvarnos.  Teniendo en cuenta la historia política reciente de Mallorca, al final resultaba que la “vieja Mallorca” no era otra cosa que la base electoral, el entorno empresarial y las complicidades tejidas alrededor del poder que se había venido ostentando ininterrumpidamente desde los inicios de las instituciones democráticas con Gabriel Cañellas.  No obstante, esa “nueva Mallorca” también se erigió como supuesta salvadora ideológica del Partido Popular, al que terminó abocando a la pérdida de las principales instituciones en el año 2007.

Transcurridos diez años, a la víspera de la que está llamada a ser la mayor manifestación nunca vista en Mallorca, creo que aquellas lluvias trajeron estos lodos.  De la “nueva Mallorca” sólo quedan los sedimentos tóxicos.  El producto destilado de aquella historia cristalizó en jugosos beneficios para empresas con sede social fuera de Mallorca y alguna que otra carrera profesional por la capital del imperio.  Aquí nos queda, como emblemático recuerdo immobiliario, el mamotreto inacabado al que llaman palacio de congresos, y no pasa de ser un enorme agujero negro financiero por el que desaparecen inexplicablemente millones de euros públicos.  En el plano humano nos dejó su lumpen ideológico, incapaz, por pura invalidez intelectual, de labrarse un futuro distinto al de bufones del grupúsculo circense balear.  Dicho en otras palabras, en Mallorca nos quedamos a los tontos útiles cuando el adjetivo abandonó irremediablemente al sustantivo.

Hoy el concepto de “vieja Mallorca” ha sido rebautizado por “dictadura catalanista” bajo la que, supuetamente, hemos estado esclavizados los últimos 30 años.  Es de suponer que los dictadores habrán sido, esencialmente, del PP puesto que, desde 1983, durante 22 años el Govern Balear viene siendo presidido por este partido.  A no ser, claro está, que la hemeroteca y el BOIB también hayan sido vilmente manipulados, al igual que historia de Jaume I, por los pérfidos catalanistas.

Cada vez más cargos electos del PP, especialmente del ámbito municipal – en el que la proximidad al ciudadano permite pulsar el sentir popular – parecen recordar cómo les pasó factura la anterior cruzada antimallorquina y van lanzando mensajes de sensatez al sanedrín del boticario.  En las bases del PP, en sus mandos intermedios y especialmente entre los alcaldes, no pocos perciben el error táctico de gobernar a toque de corneta en contra del sentir mallorquín.

 
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