Basura es basura

El president del Consell de Mallorca se acaba de dar de bruces con la realidad. Una cosa es hacer oposición y otra muy distinta es gobernar, lo que implica necesariamente gestionar presupuesto público, tomar decisiones y asumir el coste político que acarrea hacerlo. Miquel Ensenyat no es nuevo en la institución insular y su grupo político, Més per Mallorca, se mostró muy crítico con la gestión de su antecesora en el cargo, Maria Salom, por la importación de residuos (que los populares denominaban "combustible" y los econacionalistas "fems").

Ahora resulta que los deshechos tienen pedigrí y que no es la misma basura la generada en Italia que la producida en Menorca o Ibiza. De este modo, es admisible importar basura del resto de las Islas Baleares pero no lo es traerla de otros lugares de Europa, donde rigen los mismos parámetros medioambientales y legales. Será interesante conocer el parecer de las organizaciones ecologistas que siempre se han opuesto a la importación de basuras para su incineración en Son Reus, como por ejemplo el GOB.

Miquel Ensenyat milita en un partido econacionalista que hizo una beligerante oposición a que Mallorca se convirtiera "en el basurero de Europa". Se organizaron manifestaciones en Alcudia y en Palma, denunciando las molestias del transporte de residuos y de su desembarco en los puertos. Sin embargo, ahora sabemos que solo se refería a las basuras extranjeras, porque las de Menorca e Ibiza no huelen, no causan molestias y su incineración resulta inocua. ¿Verdad?

Explica el máximo responsable del Consell que, le guste o no, se tiene que comer la incineración con patatas. Mejor sería que explicase cuál es la alternativa a una gestión de los residuos que se ha demostrado puntera en tecnología, eficiente, segura y que cumple los máximos estándares de calidad medioambiental. La demagogia, al contrario de lo que sucede cuando uno está en la oposición, no es un recurso del que pueda echar mano un gobernante.

Sucede que Ensenyat sabe -seguramente lo ha sabido siempre-, que si se reduce el volumen de basuras a incinerar en Son Reus, la tasa de tratamiento que pagan todos los habitantes se incrementará notablemente. Como no quiere cargar con el coste de esa decisión, acepta ahora que es el presidente del Consell las basuras importadas que detestaba cuando estaba en la oposición. Pero al fin y al cabo, basura es basura y no hay por qué pedir la denominación de origen.

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