En el ecuador de la campaña electoral del 26J, nuestro país centra su atención en la autoría de una lacrimógena propaganda que, “no es otra carta más para pedir el voto”, pero acompaña las papeletas de Unidos Podemos para el día de Santa Perseveranda, aquella que debido a su constancia, también alcanzaba siempre sus objetivos.
Mientras unos indagan si el seudónimo con el que se rubrica la epístola de marras es un homenaje a la expresidenta madrileña o solo un nuevo cuento del TBO, otros aseguran que Esperanza no es un recurso poético sino el nombre de pila de una candidata a las últimas elecciones europeas, apellidada Jubera García.
De entrada deberíamos descartar la que es de carne y hueso y fuera abducida en Berlín por el arrebatador Pablo Iglesias, porque no es el mejor modelo a seguir, si responde a quien provocó la apertura de nueve expedientes por la Comisión de Garantías podemita, como consecuencia de las denuncias recibidas por presunta manipulación del escrutinio para elegir al representante de la militancia en el extranjero.
En este caso resultaría más convincente pensar que el afán de asemejarse a los socialdemócratas de toda la vida, haya provocado la edición de una tercera parte de ‘La niña’ que parió Rajoy en 2008 y que el PSOE bautizaría siete años después como Juana, Valeria o Verónica y natural de Córdoba o de Canarias, según conviniese. Ahora el storytelling quiere cubrir al lobo con una piel de cordero, engendrando una esperanza artificial, que ha cambiado el color verde por el morado y que solo es una historia urdida en la incubadora de la Fundación CEPS; donde Iglesias, Monedero y Verstringe ganaron peso, mamando en la ubre de Chávez.
Leerlo para creerlo, porque la edulcorada recreación de una inexistente emigrante, que siente nostalgia por las batallitas que le contaba su padre o del coraje expresado por su madre cuando abandonó el pueblo, palidecería cualquiera de los párrafos escritos por la prolífica Corín Tellado. Aun así, lo peor no es saberse engañado por quien abandera la regeneración democrática y convierte la transparencia en su bandera, repitiendo los mismos tics que sus adversarios, sino el descaro con el que ponen cara de no haber roto un plato mientras maquinan estrategias que ridiculizarían al propio Maquiavelo. Porque el contenido de ese folletín no pretende plantear fórmulas para generar empleo y desgravaciones que estimulen el I+D+i, como sugiere su catálogo de muebles a medida, sino persuadir al incauto de que su vuelta por Navidad será factible votando al corazón multicolor. Para ello, los padres deberán ser capaces de renovar la ola del cambio que llevaron a cabo en el 82 y que ahora garantizaría un futuro mejor, si dejan de mirar al pasado. Un mensaje encriptado, pero demoledor, dirigido al partido del puño y la rosa, a quien le ofrecen a la vez pactos de gobierno con la boca pequeña.
