Sean sinceros y reconozcan que, cuando comen pizza, acaban dejando en el plato todo ese borde gomoso que, salvo hambre canina, resulta incomestible. Ahora, toneladas de borde de pizza arderán en Mallorca.
El anuncio de que, finalmente, el Consell importará basura italiana -que eufemísticamente llama Catalina Soler "combustible"- para su incineración en la planta de Son Reus me provoca varias reflexiones.
La primera de ellas es que si los italianos y, parece ser, británicos e irlandeses, son capaces de exportar basura y ahorrarse tener que construir y mantener una planta en su propia casa, me pregunto por qué nosotros no pudimos hacer lo mismo en su día. En un archipiélago que vive casi exclusivamente del turismo, haber erigido un monstruo como Son Reus -todo lo avanzado y tecnológico que se quiera- con un elevado impacto visual y aromático debió de haber sido la última alternativa de las posibles, no la primera.
La segunda es que, conociendo a los italianos, tratarán de colarnos entre el combustible las pilas de botón, las bombillas de bajo consumo y hasta residuos radiactivos, así, de paso, no sólo se ahorran respirar el aire de la incineración, sino también el triatge.
Finalmente, abogar por que esta decisión sirva realmente para no tener que incrementar el escandaloso recibo del tratamiento de residuos que pagamos, pero también, si ello place a nuestros políticos, para abaratar el coste de reciclaje de escombros, colchones y electrodomésticos, porque no estaría nada mal que el Consell, además de actuar como basurero europeo, cumpliera con sus obligaciones para con nosotros y recogiera las toneladas de inmundicias que se acumulan en determinados rincones y carreteras de nuestra isla.
Claro que, con lo que cuesta llevar al vertedero oficial una cuba de escombros -la cama, aparte- es natural que aquellos ciudadanos, digamos menos concienciados con la sostenibilidad, se pasen la factura por el arco del triunfo y acaben depositando sus cositas en cualquier esquina, para alegría y solaz de nuestros turistas italianos, británicos e irlandeses, cuyos desperdicios estaremos incinerando en Son Reus.