La deuda, objeto de crítica general hoy en día, no es necesariamente mala. Por ejemplo, si nos endeudamos para mejorar la calidad de nuestras zonas turísticas, y esa calidad es suficientemente atractiva como para justificar un incremento en los ingresos de los viajeros que recibimos, y eso se traduce en más actividad económica y, consecuentemente, se generan más impuestos, entonces esa deuda será positiva; si el dinero prestado nos sirve para mejorar la formación de nuestros jóvenes y así en el futuro son capaces de acceder a puestos de trabajo mejor remunerados y, por lo tanto, pagarán más renta, entonces es una deuda defendible. Hay muchos más ejemplos en los que la deuda, cuando se gasta en la generación de riqueza con la que devolverla, es positiva si está bajo control. Pero si la deuda la empleamos en el gasto corriente, en pagar el recibo de la luz o en la nóminas de los empleados, entonces simplemente estamos ante un suicidio. Mañana no sólo habremos de pagar otro recibo y otra nómina sino que además deberemos devolver la deuda anterior y, encima, con intereses. O sea, una espiral negativa que conduce a la ruina. Esta segunda, lamentablemente, es la situación en la que nos encontramos en Baleares. Ayer, el Govern anunció que había logrado un crédito con un banco, para pagar las nóminas. O sea, pura emergencia, puro despropósito. No digo que el Govern no deba hoy resolver como sea el problema de las nóminas, digo que hemos llegado a una situación dramática que no hay por donde cogerla. Una vergüenza. Una pena.
