Con la que está cayendo: subida de impuestos, retraso de la edad de jubilación, rebaja del sueldo de los funcionarios, abaratamiento del despido, fin del cheque bebé y de los 420 euros, etc, los políticos han dado una nueva muestra de que viven en una realidad paralela, alejados del resto de los mortales. El Senado ha puesto en marcha un sistema de traducción simultánea para que sus señorías puedan expresarse durante las sesiones en cualquiera de las lenguas cooficiales y todo ello por la nada despreciable cantidad de unos 12.000 euros la sesión. Cierto es que no es que se aumente el presupuesto de la cámara alta sino que se reordena de aquí y de allá, pero dado el momento que vivimos con más de cuatro millones de parados y miles de familias pasándolo realmente mal, esta nueva idea de sus señorías supone una burla a la ciudadanía. Resulta paradójico que mientras a los ciudadanos nos piden sacrificios, nos exigen austeridad y que nos apretemos el cinturón, ellos se dediquen a malgastar dinero en semejante tontería. ¿O es que todas sus señorías no hablan y entienden el castellano? Si ya de por sí el Senado es una institución caduca y cuya utilidad pocos entienden con esta nueva vuelta de tuerca se aleja aún más de la sociedad. Y es que al ciudadano de a pie lo que le interesa es que trabajen y busquen soluciones para sacar al país de la crisis, no que pierdan el tiempo y nuestro dinero montando su particular torre de Babel.
