No sé si todos hemos el perdido el juicio, el norte o ambas cosas a la vez. No salgo de mi estupor ante la campaña orquestada para que Cristiano Ronaldo no se marche del Madrid, no digo de España porque si a cualquier otro club de la Liga Santander se le ocurriera transmitirle una oferta imposible se armaría una guerra civil. Pero mi asombro viene del hecho de que mientras leo portadas suplicantes poco menos que para pedirle de rodillas que no cruce los Pirineos, aun no he escuchado una sola voz que le reclame el pago de la cantidad que presuntamente, según la fiscalía, hubiera defraudado. A este paso terminaremos abriendo una colecta para pagar sus impuestos entre todos.
También me hago eco, con no menor sorpresa, que el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, es investigado por un posible y presunto fraude de cinco millones de euros a través de una sociedad con Jaume Roures, alma, corazón y vida de Mediapro, que ostenta los derechos audiovisuales de la LFP. ¿Ambos unidos en una sociedad cuyo objetivo es la explotación de determinados servicios inherentes a la patronal del fútbol español?. Con perdón, ¿alguien me lo puede explicar?.
En plena efervescencia de mi incredulidad, llámenme desconfiado, mis antiguos compañeros del Diario de Mallorca cuentan que del viaje de Molango y Recio a Arizona para rendir cuentas al “boss”, se desprende que se convoca una nueva oferta de trabajo en Son Moix: controlador del que controla. Supongo que, entre otras funciones, tendrá la de no perderse ni una de las conferencias del CEO. Se hace evidente de que una de las grandes pérdidas sufridas por el hombre y la hombra (dijo la mujer, vulgo hembra) es el sentido del ridículo. Una vergüenza que el mallorquinismo se ve obligado a compartir sin comerlo, ni beberlo. Pero esta es otra historia y ya se la contaremos mañana.
