El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la presidenta de Balears, Francina Armengol, han constatado este jueves su "sintonía" para avanzar conjuntamente en la búsqueda de una mejor financiación para sus ciudadanos, para potenciar la lengua y cultura propias, y en el interés por el Corredor Mediterráneo. Así lo han expresado en una comparecencia en el Palau de la Generalitat, donde se han reunido durante una hora y media para abordar estrategias conjuntas de las dos comunidades, lo que da continuidad al encuentro que ambos mantuvieron el 20 de mayo en Palma, que sirvió para firmar un convenio de colaboración para la reincorporación de Balears al Institut Ramon Llull (IRL).
Teniendo en cuenta que ambas comunidades comparten un sentimiento de infrafinanciación a causa del sistema actual, Puigdemont y Armengol han recordado que tienen una comisión bilateral con expertos nombrados por los dos gobiernos presidida por Guillem López Casasnovas para ahondar en esta cuestión, pese a difieran sobre si hay que acudir a la conferencia de presidentes autonómicos del 17 de enero.
Mientras la presidenta balear considera que hay que participar en los organismos del Estado para defender las posiciones autonómicas, Puigdemont ha reiterado en diversas ocasiones que renuncia a acudir a ella.
Para Armengol, Balears está "maltratada" financieramente, y ha considerado necesario abordar con Catalunya cuestiones como pedir la flexibilidad del déficit, lo relativo a la deuda pública y plantear un reparto diferente de los recursos públicos desde el Estado, entre otros puntos.
El presidente catalán ha enfatizado que tienen margen por recorrer en éste y otros ámbitos, como el de la promoción económica, y que comparten la estrategia en defensa del Corredor Mediterráneo por el beneficio que reportaría a ambas economías y tejidos productivos, lo que también ha ratificado Armengol.
Además, ha celebrado la recuperación de la "buena relación" entre ambos gobiernos con la presencia de nuevo de las Balears como miembro de pleno derecho en el Institut Ramon Llull, lo que para Armengol representa un símbolo de normalidad institucional que, en su opinión, no se tendría que haber perdido nunca.
