Un año más tenemos las calles llenas de luces navideñas y de olor a fiestas y Navidad.
El 23 de noviembre, Cort eligió comenzar con el alumbrado navideño en el Passeig del Born de Palma y nuestras calles se llenaron de alegría y de luz.
No obstante según dicen las encuestas, a los palmesanos, en un 62,4% no les gustan dicha iluminación.
No se que opinarán Uds., pero a mí particularmente me encanta ver las calles alumbradas y el ambiente navideño. Después de un año tan crispado y estos últimos meses complicados, sobre todo en el terreno socio-político, poder contemplar un poco de alegría en las calles, me parece que está muy bien.
Amo ver a los niños con sus caritas de sorpresa en frente de las cabalgatas, mirando con sus preciosos ojos las luces y las calles iluminadas.
Adoro las cenas de Navidad y poder juntarme con los que quiero en estas fechas, con la familia que está lejos y celebrar con clientes y amigos, que un año más se va y otro llega.
Para mi, cada día que vivo es un regalo, independientemente de los momentos más o menos complicados que esté pasando en mi vida personal y aunque admito que el consumismo inunda también nuestras calles en estos días y soy muy consciente que muchas gente va a pasarlo muy mal estos días, sigo pensando que, ver luz y alegría en las calles siempre nos puede ayudar.
Ahora bien, entrar ya en el debate de si las luces son más o menos bonitas que en otras ciudades, me parece que es un tema de gustos , ¿no?.
A todos nos ocurre que nuestros gustos en cuanto a decoración pueden ser distintos de los del resto de la gente que nos rodea, pero de ahí a decir que no nos gustan las luces elegidas este año, me parece que es mucho decir.
Para no entrar en mucho debate, prefiero quedarme con el calor que emanan estos días las calles e intentar ver, como mi tendencia natural suele hacer, la copa medio llena, antes que medio vacía y pensar que, aunque siempre todo es mejorable, nuestra preciosa ciudad se ha llenado de iluminación y en muchos sitios del mundo esto será totalmente inviable.
A veces nos olvidamos de lo privilegiados que somos viviendo en una ciudad tan bonita, que tiene de todo, mar, montaña, un clima privilegiado y que recoge y atrapa en sus redes a miles de turistas cada año, que hacen que nuestras pequeñas islas, hayan podido volver a enriquecerse nuevamente.
Sería conveniente comenzar a ver ese vaso medio lleno, ya que de lo contrario, en muchos hogares, estas fiestas, podrán ser una esclavitud para muchos de nosotros y en lugar de alegría, se inundarán de tristezas y decepciones.
Todo en esta vida es un asunto de actitud, incluso el alumbrado navideño.