La pesadilla comenzó en febrero 2012. Yucca se resbaló en casa, un piso en Illetas, y se fracturó la tibia. En el hospital le colocaron dos placas y nueve tornillos pero los problemas surgieron pronto: apareció la primera infección bacteriana por estafilococo.
Dos meses más tarde, le operaban de urgencia y le colocaban un fijador externo que portó durante un año. Después de varias intervenciones, el caso se complicó y optaron por la medida más drástica: la amputación. El corte, por encima de la rodilla, le cambiaría radicalmente la vida. "Yo tenía una inmobiliaria y a raíz de este proceso, lo perdí todo: tuve que vender el local, adió al trabajo, a la vida social, al coche que era mi libertad, no más excursiones por toda la isla y mi casa, en riesgo extremo al ser autónoma y no contar apenas con ayudas", cuenta destrozada a mallorcadiario.com
A finales de 2013 llegó el momento de colocar una prótesis pero "también fue una chapuza", se queja. "Las dos rodillas no llegaban a la misma altura, me hacía heridas todo el tiempo, terminé caminando pero con muchas dificultadas". De hecho, asegura que estuvo varios años haciéndose heridas que se abrían y cicatricaban constantemente. Hasta que llegó el 24 de octubre de 2016 -"el cumpleaños de mi madre"- y con él, la herida definitiva que le impediría definitivamente usar prótesis.
Y por si no fuera suficiente, llegó el cáncer de garganta. "Ahora lo cuento pero tardé mucho en asumir más losas, sobre todo por tener que contárselo a mi madre". La parte positiva es que, ahora sí, había dado con un "buen" equipo médico. "Es curioso, el mismo hospital, Son Espases, que me estaba fallando con la pierna, me atendi el cáncer de manera rápida y diligentemente. Sin reclamaciones, sin historias raras. Me hicieron las pruebas y operaron", apunta Yucca. "Lo pasé mal, fue una cirugía importante, pero me sentía respaldada y tenía toda la confianza del mundo en el equipo médico", subraya, agradeciendo la labor.
Sin embargo, los problemas de la pierna persistían. Ahora, en forma de fístula. "Desde el principio la intentaron curar pero llegado un momento, el médico de cabecera decidió mandarme a traumatología". Y ahí, el via crucis se acentuaría. "Semanas y semanas de espera y mientras tanto, una puntita de la placa que ya comenzaba a salir de mi pierna".
"En el mes de febrero un traumatólogo me dijo que había que sacar la placa, que estas bacterias son muy complicadas", relata. "Salí llorando de la consulta". "Me mandó a otro traumatólogo para cirugía y tras mucho luchar, finalmente me vio el 25 de abril. ¡Dos meses después, con la pierna así!", afirma. Al final las pruebas se hicieron... Pero de momento, sigue sin cita.
Yucca sufre a diario y está tremendamente cansada de luchar. "El bicho se está comiendo el hueso" y ella, no para de interponer reclamaciones, hacer llamadas y escapadas a Urgencias. "Los médicos me dicen que es un caso grave y delicado pero que hay que actuar correctamente".
La última cita fue el pasado viernes. Fue con cirujía. "Me dice que está mal y hay que intervenir, pero… ¡el médico se va de vacaciones! Le supliqué que me diese una fecha pero aún sigo sin día ni hora. Y la placa, a día de hoy, está fuera de la carne, totalmente visible.
Después de tantos años, Yucca se pregunta qué tiene que hacer para que le atiendan correctamente y de una vez por todas. "¿Hago balconing? ¿Así me atenderán?", ironiza. "Lo único que pido es que salven lo que se pueda y me dejen caminar con una prótesis".
Yucca ha perdido media pierna, su vida y ahora, si nada lo remedia, su casa. "Que no me obliguen a perder la esperanza en la sanidad que todos pagamos".