Resulta realmente sorprendente que una discoteca como Tito’s, todo un emblema del ocio nocturno de calidad del Passeig Marítim y de toda la ciudad de Palma, sea clausurada de forma cautelar por razones de seguridad a solo dos días de su apertura con una fiesta a la que ya habían confirmado su asistencia más de 900 personas. Según el Ayuntament de Palma, los técnicos de Urbanismo han detectado deficiencias técnicas y en las medidas de seguridad, por lo que se ordena la clausura del local hasta la subsanación de las deficiencias, para lo que se otorga un plazo de 3 días.
Esta operación del área de Urbanismo de Cort tiene mucha pinta de estar severamente influenciada por las actuaciones judiciales que afectan al grupo Cursach y que mantiene en prisión preventiva al propietario del grupo y a uno de sus principales directivos. No es fácil sustraerse al hecho de que hace quince días el director de la conocida discoteca fue detenido, aunque tras prestar declaración ante el juez fue puesto en libertad con medidas cautelares. Pero no puede aceptarse de ningún modo que un proceso judicial, en fase de instrucción y en buena parte aún bajo secreto de sumario, acabe influenciando actuaciones de la administración local y se persiga perjudicar a los establecimientos de Cursach para aparentar así mano dura. No ha habido aún juicio ni sentencia, por lo que la prudencia exige respetar la presunción de inocencia y, desde luego, no tomar decisiones precipitadas que perjudican a los trabajadores de la empresa y a sus clientes, que no son pocos.
Si hay circunstancias en materia de seguridad que la empresa debe subsanar, cosa que parece harto extraña si se tienen en cuenta los años que lleva de normal funcionamiento Tito’s, bien está que se actúe conforme a la Ley. Pero una orden de cierre cautelar a dos días de la apertura y sin apenas margen de actuación por parte del establecimiento, resulta sospechoso.
