Aena lleva muchos meses planificando una reforma del aeropuerto de Palma que permita actualizar las instalaciones y los servicios de Son Sant Joan de acuerdo con las previsiones de tráfico aéreo para los próximos años. El ente público -con un 49 por ciento de participación privada- se ha volcado en acometer unas mejoras que han provocado críticas entre ecologistas y partidos de izquierda, quienes sostienen que las obras tendrán una incidencia directa en el aumento de la presión humana sobre la isla y la masificación del turismo, además de promover más contaminación y poner en peligro el entorno medioambiental de la zona.
Los responsables aeroportuarios defienden que las obras no significarán más vuelos por hora que los 66 máximos que se registran en la actualidad. En cambio, permitirán adecuar las instalaciones a los 33,8 millones de pasajeros anuales que se prevén dentro de cinco años. El año pasado, el aeropuerto de Mallorca registró el tránsito de 29,7 millones de pasajeros, de los que algo más de 16 fueron turistas. No se puede achacar a Aena que no actúe con previsión, anticipándose a dar soluciones a los problemas del futuro, una situación que no siempre se produce en el ámbito político, en el que las acciones suelen ir demasiado ligadas al corto plazo.
Aena hace su trabajo. Su error, sin embargo, podría señalarse en la falta de empatía y comunicación a todos los niveles mostrado por el operador aeronáutico. El aeropuerto debe evolucionar en consonancia con el modelo turístico y económico que marca la sociedad en su conjunto. Que Son Sant Joan pueda absorber más pasajeros es necesario, dado que, como se ha comprobado durante las últimas temporadas, los turistas que nos visitan permanecen menos días de media en la isla -si hace años las estancias medias eran de diez días o más, ahora no llegan a la semana-. Se producen más desplazamientos para aumentar muy poco la ocupación y eso debe estar previsto en la evolución futura del aeropuerto.
La ampliación debe hacerse dedicando mucha pedagogía a explicar bien los motivos y haciendo un esfuerzo en desmontar los argumentos de aquellos que se opondrán siempre a cualquier avance que pueda interpretarse como un favor al sector turístico. Ese esfuerzo pasa por esforzarse en hacer de la ampliación de Son Sant Joan un referente mundial de eficiencia y sosteniliblidad aeroportuaria, en materia de energías, de gestión de residuos, de transportes o de cuidado del entorno. Aena tiene los recursos para ello y debe saberlo transmitir a la sociedad balear, poniendo coto a un debate que se puede prolongar en el tiempo.