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Acorralado

miércoles 12 de julio de 2023, 09:26h

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Cualquier avezado cazador de grandes piezas sabe perfectamente que cuando el animal al que ha disparado ha resultado herido resulta muy complicado aproximarse a él para cobrarla. Salvo que la herida haya causado un mal mayor que impida moverse al animal, conviene acercarse tomando la precaución de dejar una vía de escape a esa presa, pues, al sentirse acorralada, la adrenalina la lanzará contra el cazador en un ataque desesperado. No la salvará de su final, pero tratará de morir matando.

En el debate preelectoral del lunes, los telespectadores pudieron apreciar a un Pedro Sánchez que se sabe ya perdedor y parece jugar únicamente a que el daño infligido por la derrota quede camuflado tras un número de diputados no muy distinto al que actualmente cuenta, a costa de erosionar a sus hasta ahora socios de coalición, que transitan camino de la irrelevancia a lomos de las quiméricas promesas de Yolanda Díaz.

Sánchez, habitualmente buen orador, se mostró desquiciado en todo momento, faltón y haciendo gala de una mala educación impropia de un jefe del ejecutivo. Parecía atenazado argumentalmente por el cieno de la inmunda charca de la mentira en la que gusta de chapotear. Miente hasta cuando se trata simplemente de reconocer un error, como cuando negó haber llamado en el Congreso 'piolines' a los miembros de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado enviados a Barcelona a poner fin a la intentona secesionista.

Pero las redes sociales y el big data no le dejan salirse con la suya. Cada vez es más complicado para un paladín del embuste como Sánchez lograr engañar a nadie. Corre el peligro de que ni siquiera le crean cuando diga algo cierto, tal es el nivel de credibilidad del líder socialista.

En una de las campañas presidenciales en las que participó Richard Nixon se exhibía un cartel con la leyenda "¿usted le compraría un coche de segunda mano a este hombre?". Resulta obvio que, tras los sucesos del Watergate, ningún norteamericano lo haría.

En España, sin embargo, llevamos años sabiendo que nuestro presidente del Gobierno nos miente consciente, constante y deliberadamente y, sin embargo, todavía los hay que, cegados por la ideología, estarían dispuestos a comprarle, si no un automóvil, al menos la moto que trata de endosarnos.

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