A algunos les duele que a Strauss Khan le apliquen la Ley

Anoche escuché decir a un comentarista de radio que había un cierto movimiento de apoyo a Strauss Khan. No en defensa de su presunción de inocencia, lo cual sería comprensible, sino afirmando que, incluso aunque hubiera hecho lo que se dice, los americanos son un poco exagerados y que todos los grandes personajes tienen sus deslices. Busqué y, efectivamente, la misma izquierda que casi se muere de indignación porque el alcalde de Valladolid dijo una sandez impresentable, estaba encontrando motivos para relativizar lo que puede que haya pasado con Strauss Khan. Allí está Jean Marie Colombani, preguntándose si no será que algo es “¿Verdad a este lado del Atlántico y mentira al otro?”. Y explica que “los franceses están de vuelta de todo y son tolerantes, mientras que los norteamericanos son excesivamente puritanos y están judicializados”. Colombani en realidad dice estar repitiendo argumentos ajenos, pero de su pluma no sale ni una línea crítica con DSK ni de respaldo para el derecho de una camarera de hotel a tener dignidad personal. El opinador francés, por supuesto, también recuerda que “el que esté libre de pecado arroje la primera piedra”. Lluís Bassets, en El País, también encuentra comprensión, faltaría más, al descubrir: “esta política tan exigente con el carácter de sus profesionales, y sobre todo con su manifestación pública en forma de comportamientos intachables, es estricta novedad de los tiempos que nos ha tocado vivir.” O sea que el Código Penal es una novedad para nuestro articulista, que nos recuerda que “ahora se celebran los diez años del fallecimiento de François Mitterrand, personaje que no hubiera resistido la trepidación mediática contemporánea. Tampoco la hubiera resistido John Kennedy. Ni muchos más entre los grandes, Roosevelt entre otros”. Bassets termina desarrollando la hipótesis de que el pobre DSK fuera objeto de una emboscada. En medio de estas barbaridades, no podía faltar Salvador Sostres, articulista incendiario donde los haya, que se está haciendo un nombre a fuerza de publicar barbaridades absurdas. Me provoca verdadero asco que alguien pueda encontrar un resquicio para justificar lo que pudo haber sucedido y que ponga en dos niveles diferentes a una camarera de hotel y al director general de Fondo Monetario. Y me provoca más asco aún que esos mismos personajes nos den lecciones. Me resulta repulsivo que no paren de hablar de la igualdad, pero que cuando se llega a un punto en el que hay que demostrar las creencias, entonces aparezcan explicaciones relativizadoras. Menos mal que en Estados Unidos las leyes se aplican a todos. DSK jamás habría pasado por esto en Europa.

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