Con la amenaza de una segunda oleada de la pandemia y con las anulaciones de reservas hoteleras en Baleares a la orden del día, se van dibujando 4 situaciones empresariales a las que las autoridades deberían hacer frente y no dejar a los ‘pagarinis’ de siempre en la estacada.
Por un lado, están los empresarios turísticos (hoteleros o no) que decidieron abrir sus establecimientos durante la desescalada y que hoy ya se están arrepintiendo de aquella decisión por el ínfimo flujo turístico y comercial que nos está presentando la ‘nueva realidad’. Menos turistas de los ya pocos esperados y residentes con miedo a comprar y gastar.
Por otro, los que han abierto sabiendo que irían a pérdidas con una decisión basada en ‘estar ahí’ y no perder comba. Además, también han sacado a algunos de sus trabajadores del ERTE. Pero no hay que olvidar que van a pérdidas y que el temido octubre está ahí esperando.
También están los que no han tenido coraje ni expectativas suficientes para abrir. O no han tenido el músculo financiero suficiente para intentarlo y, por tanto, se plantean tirar la toalla definitivamente.
Y por último, aquellos a los que las decisiones del Govern turismofóbico del Pacte les han vetado la apertura solo porque están en Magaluf o en Platja de Palma. O los que se instalaron en las 5 calles ‘malditas’. A todos estos no les han dado ni la opción de equivocarse o de sufrir un brote o de abrir la caja. Es el único caso en el que las autoridades han rechazado el tan recomendado equilibro entre salud y economía que tanto proclaman.
Como sabiamente definió hace ya varias semanas el exconseller de Turismo del Govern, Jaime Martínez (felicidades hoy a todos los ‘Jaimes’), lo que tenemos delante, en realidad y como mínimo, será “un invierno de año y medio”. 18 meses de parálisis para todos, para los 4 grupos definidos más arriba y que abarcan al mundo económico balear que depende del turismo: desde los hoteleros al Tren de Sóller pasando por Palma Aquarium, comercios, restaurantes, comercios, proveedores, bares o discotecas.
Sería bueno que todos ellos se unieran para reclamar del Govern o del Gobierno que no los dejen en la tirados después de mantener una actitud ejemplar durante estos 5 primeros meses del periodo de 18. Un escenario esperanzador sería que todos ellos estuvieran en la rampa de salida a principios de 2021 para arrancar una temporada (ojalá ya con una vacuna anti-covid) en mejores condiciones.
En Mallorca (también en la Península) sabemos muy bien qué tiene que pasar para solicitar la declaración de Zona Catastrófica. Basta que una calamidad meteorológica extrema deje todo un enclave inservible e irrecuperable y que necesite ayudas para ser reconstruido. Pasó en el Llevant con la torrentada y pasa a menudo en el campo con granizadas e inundaciones.
Las empresas turísticas baleares, ¿no van a quedar en situación catastrófica sin ser culpables de lo que está pasando?. ¿Han hecho algo mal o la tragedia financiera les ha llegado de golpe por elementos externos como la pandemia o decisiones administrativas?.
Un invierno de un año y medio para todos y no veo ni al Govern de Armengol ni al ejecutivo de Sánchez ofreciendo ningún tipo de protección, apoyo o comprensión. Ninguno. Les han puesto delante una pendiente, los han montado en la bicicleta y los ha empujado al precipicio sin frenos.
Zona Catastrófica para la economía balear que, según el centro de estudios del BBVA, caerá este año más que ninguna otra, un 20%.
Es imprescindible un escudo de protección. Y no hablo solo de incentivos fiscales o bonificaciones en los pagos a la Seguridad Social. Es la hora de las ayudas directas y concretas. A fondo perdido.
Este invierno empezará a llegar a España el dinero del rescate de la UE. Un rescate que en buena parte sí será a fondo perdido. Toca reclamar un rescate en las mismas condiciones. Ya les digo yo que ni Alemania, ni Holanda, ni Austria pondrán problemas para que España mime a su destino preferido de vacaciones. Preferido por su calidad y diversidad de oferta.
Señor Negueruela, no olvide que si sale al rescate del turismo no estará apoyando solo al empresario; estará reduciendo al Estado la carga de los ERTE, y dando algo de esperanza a los trabajadores a los que los gobiernos de izquierdas tanto mentan cuando conviene.
Vuelvo al riesgo a una segunda oleada y a la proliferación peligrosa de rebrotes. Se detecta un brote en una discoteca de Gandía y se cierra todo el ocio nocturno. Se detecta un positivo en una familia alemana de vacaciones en Mallorca y no se cierra ni el hotel afectado. Se dan varios brotes en explotaciones hortofrutículas catalanas pero el resto de la misma zona siguen trabajando. Se detecta un brote en un funeral y no se toman medidas restrictivas en todos. Lo mismo con las bodas.
Sigamos denigrando según qué actividades económicas.