Resulta fácil seguir la evolución de la infección por el COVIN-19, actualmente, en fase de pandemia. Es la primera epidemia de la historia descrita en directo, a tiempo real, desde todos los continentes.
Los medios están entregados en su seguimiento. Se publican los casos investigados. Se contabilizan todos los positivos. Se cuentan los fallecidos. Se describe el perfil de infectividad. Se definen los casos de gravedad. Su avance territorial. Abre telediarios, aísla hoteles, vara cruceros, paraliza pueblos y ciudades, cierra fronteras, boicotea el carnaval más tradicional, suspende reuniones internacionales, cancela ferias y pone en cuarentena a países enteros.
En un tiempo récord se ha identificado el germen responsable. El que se encontraba detrás de la explosión de cuadros gripales y afectación neumónica en Wuhan, desde diciembre del año pasado.
Se ha desarrollado un método de diagnóstico molecular y puesto a disposición de los sistemas sanitarios de todo el mundo.
Están en marcha decenas de proyectos de investigación orientados a identificar terapias efectivas y a proyectar lo que será la primera vacuna. Las publicaciones científicas que refrendan los avances son continuas.
Mientras el virus se expande por todo el mundo, ya ha llegado a 50 países, China mantiene una clara tendencia de contención de nuevos infectados.
Lo más difícil es conocer cómo seguirá evolucionando. Dibujar un horizonte de futuro. Establecer espacios de certidumbre para tranquilizar conciencias y recuperar las economías.
Lo más razonable es que en unas semanas, con la llegada de la primavera, con el ascenso de las temperaturas, quede paralizada la potente onda expansiva del nuevo coronavirus. Los escenarios posteriores son dos, que se quede como infección estacional o que no vuelva a reaparecer como ha sucedido con el SARS de 2003. No se descarta que se mantenga como endémico y genere pequeños brotes de forma aleatoria en los momentos más favorables. Tampoco se puede adelantar si pasará al hemisferio sur en cuanto aparezcan las estaciones frías. En este caso, las conciencias del norte se relajan. La naturaleza tiene razones que la ciencia no conoce. En cualquiera de estos escenarios se encontrará con vacunas preventivas y antivirales efectivos. Y los ciudadanos deberíamos haber aprendido las normas de higiene general para afrontar cualquier enfermedad infecciosa que se contagia por contacto y por gotas. Aunque esto, comprenderán, que la realidad nos muestra que es lo más difícil. Buen finde.