"Piedra angular de una sociedad moral y democrática" así definió esta semana la ministra Celaa una nueva asignatura que se denominará "Valores cívicos y éticos", la segunda parte de Educación para la ciudadanía de la etapa de Zapatero. Y nunca segundas partes fueron mejores.
Quieren otra vez, no les basto con la primera, imponer una educación sexual ideológizada. , una educación sexual al margen del derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones, transmitiendo una visión antropológica de la sexualidad que no es compartida por todos los ciudadanos.
Difunden formas de comportamiento sexual que no han demostrado ninguna eficacia; por el contrario, incitan a los menores a mantener relaciones prematuras y aumentan la transmisión de enfermedades sexuales en las menores así como el número de embarazos no deseados. No respetan el diferente grado de madurez de los adolescentes al impartirse por edades y al margen de su distinto desarrollo físico y psíquico.
Estos contenidos “controvertidos e ideológicos” dieron lugar a la objeción de conciencia de muchas familias. Y entre ellas se encontraba la mía.
En algunos casos, los padres llegaron a plantear, y ganar, recursos contra un manual en concreto, por considerarlo adoctrinador . Entre otras cosas, un manual enseñaba que el neoliberalismo “en principio perjudica a todos los trabajadores, pero en especial a las mujeres trabajadoras”; o que la sexualidad es un concepto cultural modificable, de forma que todas las orientaciones sexuales eran igualmente válidas. Otro manual, , titulaba uno de los apartados del libro “Incompatibilidad entre capitalismo y parlamentarismo”.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con estos postulados, pero lo que no es lógico es considerar artificial o innecesario el malestar de muchos padres con los contenidos que sus hijos tenían que estudiar. Si la nueva asignatura quiere evitar polémicas artificiales lo mejor es que se dedique a transmitir lo que lleva en su nombre: Valores cívicos y éticos.
Hay que ser consciente de que la enseñanza no puede limitarse a la mera transmisión de conocimientos, no discuto el hecho de que la escuela eduque en valores. El problema surge cuando se convierte en obligatoria una asignatura con planteamientos ideológicos.
Esto es lo que ocurrió con Educación para la Ciudadanía y posiblemente con esta nueva asignatura. Se ha pasado de una alternativa a la Religión a una asignatura obligatoria que entra absolutamente en terrenos morales debatidos en donde las posturas de la sociedad son particularmente polémicas -como es de esperar- en una sociedad plural.
La alternativa a la asignatura de religión es la enseñanza aconfesional del fenómeno religioso, no el adoctrinamiento laicista. El laicismo se convierte en religión civil, con una intención sustitutiva, aunque, a la hora de la verdad no pueden eliminar la enseñanza de la Religión dado que lo dice la Constitución en los artículos 16 y 27.3 y los acuerdos con la Santa Sede.
Pero la polémica no sólo vendrá del carácter obligatorio de esta nueva asignatura, también será problemático el diseño de sus contenidos al margen de lo que piensan los padres. Precisamente porque la escuela puede y debe ocuparse de los valores, debe ocuparse de los valores como los padres quieran.
No cabe que la educación sexual se imparta de manera objetiva y científica. La ciencia no puede dar educación sexual. La ciencia puede dar anatomía de la relación sexual, o fisiología, pero la educación no describe elementos físicos, sino que se dedica a exponer su sentido, y eso la ciencia no lo puede hacer. Somos los padres los que tenemos que educar en un tema tan vital para nuestros hijos como es la educación afectivo-sexual.