Volver al Motorola

Cosas que he aprendido (como la mayoría) durante estas Navidades. La primera, que la austeridad absoluta no sólo es una premisa sino también una prioridad. No se pasa tan mal. Uno se acerca o aleja del espíritu navideño con la misma facilidad con una gran presupuesto que llegando al límite de la VISA antes del 24.

También he aprendido (multitud de artículos de opinión han abundado en lo mismo) que la gente empieza a estar harta de la invasión de la intimidad y de la ruptura del ambiente familiar que suponen los dichosos whatsaaps. ¡Cuántos puñetazos se han dado en la mesa con la sopa servida!. Me gustaría saber cómo acabará esto. No creo que cada año el padre de familia tenga que sacar el látigo. Habría que encontrar una solución. Tenemos algo menos de12 meses por delante. En este sentido, recuerdo los años del boom de los teléfonos móviles en los que los restaurantes de prestigio te pedían el celular al entrar y te lo guardaban hasta la salida para que el sonido de las llamadas al Motorola no enturbiara el agradable ambiente del local. Nos sentaba como una patada en el culo, pero al mismo tiempo daba "rollo refinado".

La solución puede ir por ahí. A la entrada en la casa en la que te acogen para la comida de Navidad, restregada de zapatos en el felpudo, dejar los abrigos donde nos indiquen, y el smartphone a la cestita dispuesta para ese uso. Y a comer en paz.

Si no lo hacemos así, en las navidades de 2014 volveremos a preguntarnos de nuevo si por protocolo el iphone se pone a la izquierda con los tenedores o a la derecha con el cuchillo. Cosa que algunos se han preguntado este año.

Si en lugar de pelarse por el TIL, en los colegios o en casa se enseñara y subrayara que el móvil no se lleva a la mesa, iríamos mejor.

Y no sólo eso. Un reciente estudio de la Universidad de Minnesota (leer mallorcadiario.com) demuestra ahora que comer mientras se usa el móvil o la tablet provoca una alimentación menos saludable.

¿A que el año que viene también ponemos la tableta sobre la mesa?