Lo primero que debo destacar es que la autoría de estas líneas es compartida con mi hijo Toni, una persona a la que admiro por muchos motivos y no sólo es por pasión de padre. Él sacó el tema en una conversación intrascendente y me ayudó en la tormenta de ideas (traducción literal) previa a la redacción de estas líneas. Pues vaya para mi coautor mi agradecimiento.
Estábamos Toni y yo en un momento de relajo cuando me comentó la noticia, yo apenas conocía el titular, de la isla noruega de Sommar que ha decidido vivir sin ningún referente para la medición del paso del tiempo.
Inmediatamente, yo que consulto multitud de veces algún reloj cada día, le dije que eso no era posible y que era una vuelta a la edad de las cavernas.
El planteamiento de esos vikingos del siglo XXI no es medir el tiempo con horas solares, que en verano sería muy largo pero en invierno los días serían muy cortos; simplemente quieren dejar de medir el tiempo.
Eso supone convertir nuestra vida programada en un caos y dejarnos llevar por nuestros instintos más animales; se suprimiría el temporizador del microondas y del horno convencional, con lo cual deberían cambiarse casi todas las recetas de cocina a criterios visuales o de sabor.
Iríamos a trabajar cuando consideramos oportuno y la jornada (palabra prohibida) laboral no se sabe cuanto duraría. Todos los verbos y adverbios de tiempo deberían desaparecer.
Asimismo, debería desaparecer los semáforos pues sus frecuencias se miden en tiempo así como cualquier aparato que se alimenta fotoeléctricamente pues estaría vinculado con el paso del tiempo, deberían desaparecer teléfonos móviles, ordenadores cualquier tipo de programación o actividad vinculada con el paso del tiempo. Desaparecería el futbol pues no se podría medir la duración de un partido y no podrías quedar a una hora con tu pareja, así como tampoco con el butanero o el repartidor de pizzas o de amazon. Vivimos atados a un reloj y después de pensarlo, es para bien.
Las legislaturas (ya lo son) sería inagotables pues cuatro años no existirían como unidad de tiempo (se imaginan toda la eternidad con Armengol e Hila); aunque eternidad también es un forma de medir el tiempo.
Creo que los habitantes de Sommar se han equivocado gravemente en su elección. Nuestra civilización, la de este siglo no puede vivir sin contar el tiempo (y a veces facturarlo), siempre nos quejamos por la ausencia de tiempo. Aunque lo dejemos de medir el tiempo será el mismo y seguirá transcurriendo, pese a quien le pese.
Pero, sin unidad de medición de tiempo pero existiendo el paso del tiempo, en lo que no nos pusimos de acuerdo mi coautor Toni y yo es en que llegaría primero, ¿el absurdo o el caos?
Y para terminar, a la hora que escribo estas líneas se está celebrando el Caragol de Santa Clara, felicidades a los Sant Joaners y a los ciutadellencs por la gran acogida y espíritu de compartir su fiesta con los miles de mallorquines que en algunos de los casos no estamos a la altura y también pienso en los mallorquinistas, borrachos de euforia y adrenalina, a los que les digo que recuperen el espíritu de Cúper (el Cúper quédate de Michael Douglas forma parte de ese Club) y nos vemos en primera. Que pasen un buen día. Hoy Sant Joanet.