Viaje a todas partes

Ya han llegado nuestras ansiadas vacaciones, tal vez no para todos pero sí para la mayoría. Por unos días, quizás semanas, dejamos atrás las pesadumbres del trabajo, incesantes agendas cargadas de estrés y unas rutinas diarias tan agobiantes que nos precipitan a la acción por encima de la reflexión.

Los más afortunados tal vez dispongan del mes entero, otros deberán conformarse con algo menos. Muchos realizarán viajes y algunos otros escapadas. Un porcentaje cada vez mayor se quedará en casa puesto que las circunstancias y la crisis no favorecen otras alternativas. Lo que sí parece claro es que todos intentamos olvidar el día a día para vivir momentos diferentes. No es preciso viajar en globo ni lanzarse en parapente desde la colina para sentirse libre y feliz. Un libro, una caricia y una puesta de sol pueden conducirnos al infinito sin movernos de casa. Los grandes viajes de nuestra vida parten siempre desde nuestro interior.

Unos amigos hace poco me comentaban que este verano habían visitado por enésima vez Formentera; pero era la primera vez que lo hacían juntos. Ellos mismos se sorprendieron de los lugares que ya conocían y parecían descubrir por primera vez. Sus pequeñas aventuras de sol, playa, chiringuitos y sargantanas se habían transformado en unos momentos inolvidables. La bella isla mediterránea era prácticamente la misma que el año anterior, pero con toda seguridad ellos no. Llevaban consigo una ilusión que convertía en magia cualquier circunstancia cotidiana. Me comentaban que se reían de los contratiempos que se cruzaban a su paso, todo era motivo de alegría. Simplemente porque ellos eran felices.

Puede parecer sencillo pero no lo resulta tanto, hay que trabajarlo. Es una cuestión de actitud. Nuestras vacaciones pueden ser como nuestro destino; que en buena parte está en nuestras manos.

Querido lector, tanto si se va a un hotel de cinco estrellas como si se queda en casa, no olvide que en su interior el viaje a todas partes hace tiempo que ya ha empezado. Nadie le podrá quitar el reír y el soñar.