Teresa Forcades, la médico y monja benedictina notoria por su actitud militante de denuncia contra determinadas prácticas de la gran industria farmacéutica mundial, que considera deshonestas, ilícitas y delictivas, así como la connivencia con las mismas de determinados profesionales de la salud, organizaciones y agencias sanitarias internacionales e incluso gobiernos, sobre todo en referencia a la administración de algunas vacunas, como la de la gripe A pandémica y la del papilomavirus, ha denunciado en los últimos días en diversas entrevistas en medios de comunicación, que ha sido vetada su participación en una reunión de profesionales sanitarios, al parecer por intereses ligados a empresas farmacéuticas. También ha afirmado haber padecido vetos, o intentos de veto, similares con anterioridad.
De ser cierto, se trataría de prácticas inadmisibles y de todo punto rechazables. No es aceptable que se intente silenciar una voz crítica mediante la amenaza de no participación en el evento, con la consiguiente retirada de la contribución económica al mismo. Los foros científicos y profesionales son el lugar adecuado para el intercambio de información y opiniones, para la exposición de discrepancias, incluso para la polémica, siempre dentro de los límites del respeto a la ética científica, que implica la búsqueda honesta de la verdad y el mantenimiento de la mente abierta y dispuesta a reconocer los errores propios y los méritos ajenos. Discriminar a alguien porque sostiene puntos de vista diferentes o contrarios a los intereses de determinadas empresas, organizaciones o profesionales, es una práctica infame y por parte de los organizadores de una reunión científica, aceptar la extorsión es un acto indigno, incluso aunque se haga a regañadientes y con remordimiento.
Además, es inútil, porque hoy en día, con internet y las redes sociales no es posible silenciar a nadie, excepto por métodos criminales, y contraproducente, puesto que confiere a quien padece el boicot un aura de credibilidad y legitimidad extras, que refuerza su imagen ante la opinión pública. Muchos profesionales sanitarios pensamos que las opiniones y denuncias de Teresa Forcades, si bien acertadas en muchos aspectos, también adolecen de un exceso de dogmatismo ideológico y que sus exposiciones están siempre sesgadas al no presentar toda la información disponible, sino solo aquella que es favorable a sus tesis, que es precisamente lo que ella critica en otros. También pensamos que su obsesión contra determinadas vacunas, en la que podemos estar en parte de acuerdo, es contraproducente si no va acompañada del contrapeso de la defensa de aquellas vacunas que sí han demostrado eficacia y seguridad en la protección contra enfermedades, puesto que favorece a los activistas antivacunas, que no hacen distinciones entre ellas, sino que pretenden indiscriminadamente acabar con todas.
Pero los vetos y boicoteos no son democráticos, ni lícitos, ni honestos, ni científicos. Si se ha de rebatir las opiniones, los datos, las conclusiones de alguien, se ha de hacer por las vías adecuadas, en los foros pertinentes, con datos y estudios honestos, no sesgados y científicamente relevantes.