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Verdades que ofenden

jueves 26 de enero de 2017, 01:00h

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La llamada “latinización” del catalán es el más claro ejemplo del fracaso de los catalanistas si analizamos los resultados reales de la imposición de la lengua inventada por Fabra en cuanto a su uso en Baleares, teniendo en cuenta que lo han tenido, y siguen teniendo, “todo”: Dinero a raudales de instituciones públicas de Baleares y de Cataluña, coacción e imposición, control de la educación, medios de comunicación proclives, red de células catalanistas por toda la geografía balear,… con su consiguiente satanización del español, amenazas y ridiculización del discrepante, sustitución de la secular denominación del mallorquín, menorquín e ibicenco por “catalán”, sustitución progresiva de las modalidades baleares, etc…

El catalanismo desplegado en Baleares se identifica como una vertiente del fascismo nacionalista: Un movimiento uniformizado (incluso uniformado en ocasiones, como los “camisetas verdes”) que se niega a reflexionar sobre el resultado de sus “políticas” y los argumentos en los que se basa. Insiste en la bondad y en la excelencia de la imposición y del intervencionismo, sin dar respuesta, que no sea un rebuzno, cuando se plantean cuestiones que desmontan su pobre esquema argumental respecto, por ejemplo, a la farsa de una lengua mallorquina, catalana para ellos, en “peligro de extinción” por culpa del castellano o español:

Primero.- El mallorquín, menorquín e ibicenco, se mantuvo “intacto” en las islas, sobre todo en los pueblos, por la misma razón que el vascuence se mantuvo intacto en los valles y montañas casi inaccesibles de las Vascongadas. Las islas eran “espacios aislados” y los pueblos “espacios cerrados”.

Una lengua muestra su fortaleza cuando se enfrenta a las circunstancias cambiantes de la sociedad. Y la sociedad balear fue cambiando, a mucha velocidad, abriéndose, y entendiendo que es bueno comunicarse sea en el idioma que sea. Este rápido cambio social puso a prueba el mallorquín o balear al mejorar la movilidad y las comunicaciones. Por esto se pierden los “acentos” de los pueblos, por esto Palma ha sido tradicionalmente bilingüe, y por esto es absurdo pretender mantener una lengua manteniéndola en espacios aislados, cerrados, incomunicados. Los catalanistas intentan destrozar este componente de libertad individual empeñándose en la vía coercitiva, además de antimallorquina y pro catalana, antiespañola en definitiva, y en dar siempre la culpa al “otro”.

Segundo.- Nunca se dio una imposición franquista del español. Aquí, el castellano o español no ejerció persecución alguna, ni durante la Guerra Civil ni en la posguerra. No se persiguió a nivel social, ni siquiera en los cuarteles - de hecho la oficialidad mallorquina hablaba en mallorquín -, ni en los colegios - donde la enseñanza era en español con algunas materias en mallorquín, y ésta era la lengua predominante entre los alumnos y con los profesores-. El Diccionario de Alcover se editó durante el franquismo, Francesc de Borja Moll levantó su importante editorial (quebrada gracias a su progresivo catalanismo) durante el franquismo, y la mismísima multisubvencionada Obra Cultural Balear nació y se desarrolló durante el franquismo.

Tercero.- Los catalanistas fracasan intentando lo imposible cuando plantean como una competición lo que es normal uso y convivencia entre lenguas. Y competir contra el español es absurdo y aberrante. Al igual que convertir una lengua en titular de derechos, coartar la libertad y, para colmo, poner la lengua al servicio de una causa política que no compartimos la mayoría de mallorquines, menorquines e ibicencos.

Verdades que ofenden… A algunos.

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