Ya conocen el viejo chiste. El capitán de la galera romana se dirige a los remeros apara anunciarles que tiene una noticia buena y otra mala y cuál quieren escuchar en primer lugar. Le responden que la buena, a lo que clama: “La buena es que hoy habrá ración de comida doble para todos”. “¿Y la mala”, inquieren: “que la hija del emperador quiere hacer esquí acuático”.
En el Mallorca también se ha producido una situación similar. El desembarco del magnate norteamericano Robert Sarver podría ser una buena noticia, aunque el movimiento se demuestra andando. La mala es que Utz Claassen y Nadal, entre otros, continúan en el club.
No olvidemos que la sociedad mallorquina, representada en los medios de comunicación, también saludaron efusivamente el aterrizaje de Javier Martí Asensio, ligado a una noble familia de prestigiosos juristas madrileños y tal y tal. Se repite la historia, salvando las distancias, con el matiz de que no se ha dado la bienvenida al empresario, sino a sus millones.
La falta de transparencia que ha rodeado toda esta operación desde su principio hasta su desenlace, permiten e incluso abonan cualquier género de duda, sobre todo si tenemos en cuenta las personas a las que conducen ciertos hilos. Los rezagados lean mi “Cristal” de ayer.
De otro lado no pasemos por alto algunas verdades ocultas o disfrazadas. Que el presidente representativo, el alemán, –el Guillermo Reynés de turno- haya ido a buscar a Mr.Marshall es una de ellas. Más bien se lo han servido en bandeja de plata y, en concreto, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, a quien ya le iría bien ocuparse y preocuparse de otros menesteres más propios de su cargo. Que el accionista minoritario, el alemán, no haya ganado un euro con todo esto es otra. Con el aumento de capital social también se ha incrementado el valor de sus acciones, de este veinte por ciento que hoy vale más que ayer, al contrario de lo que hubiera ocurrido en caso de reducir en vez de ampliar. Eso como mínimo y que se sepa.