Vaya embolao

Por si éramos pocos yo también quiero opinar.

Desde que se conoció que en España había un persona contaminada por el ébola, todos nos pusimos la bata de médico. La información comenzó a aparecer y surgieron como hongos comentarios de todo tipo, así como otras manifestaciones, que rozaron el absurdo y la estupidez.

La primera impresión que tuvimos era que el protocolo, o como se llame, se les había ido de las manos y hacía agua.

Se cargaron al perro, cuando al que debían haberse cargado de un plumazo y desde el primer instante que abrió mal la boca, era al Consejero de Sanidad. Cuando digo “cargarse” lo digo refiriéndome al Cargo de Consejero, que nadie me malinterprete. Consejería cuya poltrona ayer lunes, seguía ocupando Don Javier.

Para unos, el perro podía haber sido objeto de observación análisis y, tras un tiempo prudencial de investigación, proceder con lo más sensato para bien del can y sobre todo de las personas. Por lo menos hubiésemos evitado algunos espectáculos lamentables, de gente que queriendo mucho a las personas, nunca nos olvidamos de los animales a los que también queremos. Y los queremos tanto, que con razón y sin ella a veces perdemos un poco la compostura.

Mucha gente hablaba de que nunca tenían que haberlos traído hasta aquí. Posiblemente estén en lo cierto porque el ébola se ha de curar allí donde se produce y no trasladarlo. Pero no teníamos el antídoto, el antivirus, para poder ayudar y sanar allí, a los Misioneros que entregaron su vida y, a los miles de africanos que cuidaban y también se les murieron en las manos. Y, es que amigos, de aquellos polvos, estos lodos. Desde el año 1975 en que apareció la enfermedad en el Congo, hemos tenido tiempo suficiente para elaborar el antivirus o como se llame, que pueda combatir esta pestilente enfermedad, pero como como el ébola se padece allí, no se investigó demasiado.

La Industria farmacéutica nunca ha demostrado especial interés en investigar para países pobres, donde no hay dinero para pagar las medicinas. Así que la enfermedad -de la que occidente sabe poco lo dijo Rajoy el Domingo- nos ha pillado por la espalda y con los calzoncillos bajos. ¡Vaya Embolao! Ahora, deprisa y corriendo, con Soraya al frente y Mato a su lado, intentamos reordenar protocolos que eviten otros descuidos y descarten chapuzas y chapuceros.

Un aviso final a navegantes : ojo con los que sirven los trajes del protocolo. No lo digo por nada... lo digo por “algo”

Que Teresa se recupere pronto. Un beso Tere.

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