El Mallorca no falla; el Atlético Baleares, si. Los catorce puntos que uno le lleva al otro no son fruto de la casualidad, por mucho que el calendario de los de Son Moix saliera mucho más suave que el de los inquilinos de Son Malferit. Y no todo es cuestión de campo. A otro perro con ese hueso. Por el campo de la Federación Balear ya han desfilado Nico López, Siviero, Ziege y Josico y ninguno de ellos ha buscado justificantes en el césped artificial ni en sus dimensiones, menos reducidas que las del Ebro, por poner un ejemplo.
Vicente Moreno trazó un plan que sigue a rajatabla y sus jugadores cumplen. Asegura el resultado sin especular después, ni arriesgar más de lo necesario. No busca espectáculo porque quien espere encontrarlo en esta categoría es un iluso o un inconsciente. Armando de la Morena empezó desquiciado, le hicieron creer que la temporada dependía de la tercera jornada con la visita de los bermellones y desde entonces no ha levantado cabeza sino que, al contrario, se ha sumergido en la mediocridad de la tabla mientras fantasea de cara a la galería con relatos teóricos sobre fútbol directo o combinativo. Tras nueve semanas uno es líder y el otro no ha salido de sanciones, líos e historias para no dormir.
Afirmar estas cosas garantiza que a uno le tachen inmediatamente de mallorquinista y antibalearico. Chorradas del pasado que rebotan en la piel de cocodrilo que se forja con la edad. Atengámonos a los hechos. Mientras uno se presenta en Zaragoza para hacer sus deberes sin teatro de más ni esfuerzo de menos, el otro no es capaz de ganar aún ni una sola de las confrontaciones afrontadas junto a su parroquia. Es pronto, si, pero créanme que la clasificación no miente.