Mucho se está hablando sobre la posición de Unidas Podemos sobre el envío o no de armas para las Fuerzas Armadas de Ucrania, de modo que puedan defenderse ante la cruel e injustificada invasión de Rusia.
La cuestión se resume así: un país amigo, como se supone que es Ucrania, se ve violentamente atropellado por unas fuerzas armadas muy superiores que, además, cometen crímenes de guerra al atacar a la población civil. Ese país hace un llamamiento a la Unión Europea para que se le provea de armamento, munición y combustible. ¿Es aceptable negárselo? Por lo visto, para Unidas Podemos lo es y es lo que hay que hacer, porque responder a su petición y facilitarle lo que pide, supone alargar una guerra que no tienen la menor posibilidad de ganar ante un enemigo mucho más poderoso que, además, es la mayor potencia nuclear del planeta, con el riesgo que ello entraña.
Dado que no hay posibilidad alguna de vencer, ni siquiera de defenderse y resistir, lo mejor es que Ucrania se rinda y así devendrá la paz automáticamente. Una vez que Rusia y su presidente, Vladimir Putin, se hayan salido con la suya, destruido a su vecino y anexionado a buena parte de su territorio, depuesto a su gobierno democráticamente elegido y puesto en su lugar a un gobierno títere, la guerra habrá terminado y habrá paz. La paz del cementerio, cabría añadir.
Yo no sé si Ucrania resistirá o desaparecerá del mapa bajo la bota de Rusia, pero lo que sí sé es que, si un amigo es agredido injusta y brutalmente, y te pide ayuda para defenderse que tú puedes facilitar porque la tienes, lo decente y lo correcto es proporcionársela. No hacerlo es colocarse al lado del agresor porque niegas a tu amigo la posibilidad de luchar en defensa propia, que es lo que él considera que debe hacer aún a costa de morir. Y eso es lo que está haciendo Unidas Podemos.
La suerte, una vez más, es que el PSOE ha decidido no hacer caso de sus socios de gobierno y aún a riesgo de ser tildados de “partido de la guerra”, que es lo que hizo la ministra Ione Belarra por más que ahora diga que no se refería a los socialistas. A fin de cuentas, son cuatro y mal avenidos, como demuestra el desmarque de Yolanda Díaz, la supuesta sucesora del líder de los morados, Pablo Iglesias. Acierta Pedro Sánchez en pasar de ellos.
Aspiraban a superar al PSOE pero ha quedado claro que a lo único que aspiran es a disentir en todo porque necesitan que se hable de ellos. Aunque sea para quedar delante de todo el país y de la comunidad internacional como unos irresponsables, unos demagogos y, además, gente en la que uno no puede confiar si es víctima de un ataque, porque ni te van a ayudar, con el pueril argumento de que hay que aplicar “diplomacia de precisión” para pararle los pies a Putin y que, si te ayudan, realmente te perjudican. Te rindes y se acabó.
Que vayan Ione Belarra, Irene Montero y Pablo Echenique a hablar con Putin. Seguro que le convencen. Y si van con Antònia Jover y Juan Pedro Yllanes, mucho mejor. Ya de paso le instalan en el Kremlin unas placas solares y todos contentos.