Una semifinal

No, no es una final. Dejémonos ya de tópicos. Final fue contra el Córdoba hace dos temporadas. Lo de hoy, vale, le conferiremos carácter de semifinal, sin olvidar que, sea cual sea el resultado, aún quedarán once jornadas y treinta y tres puntos para rectificar o consolidar la posición.

El Almería, junto al Mallorca, es otro de los equipos que ha defraudado sus expectativas y guarda un evidente paralelismo con lo que pasó a los bermellones tras su descenso de primera división, en la que llevaban bastantes años más que el conjunto andaluz. Como local ha ganado en su estadio los mismos partidos, seis, y la única diferencia estriba en dos empates en Son Moix que en los Juegos Mediterráneos se han saldado negativamente. Más eficaz como goleador, su defensa ha sido nefasta, veinte en contra en su feudo, hasta la llegada de Nestor, el Pipo, Gorosito, un entrenador que llama la atención más por su melena rizada que por su currículum.

A este argentino, idolatrado en Chile, le ha tocado sustituir a Sergi Barjuán, empeñado en un estilo de juego impropio de la categoría, y a Carrillo, profundo desconocedor de la Segunda española. No ha perdido en las últimas cinco jornadas, aunque salvo su empate en Mendizorroza frente al entonces líder Alavés, no me parece demasiado significativo. Es un equipo romo en ataque, vulnerable en defensa e irregular en el centro del campo, que no ha suplido con éxito las bajas en su plantilla de futbolistas como Dos Santos, Thomas, Thievy o el ex-mallorquinista Tomer Hemed.

Consideramos probable que Fernando Vázquez repetirá el dibujo del 4-1-4-1 que tan buen rendimiento le proporcionó en Huesca y con el que sus hombres parecen sentirse más cómodos, pese a que las diferencias entre ambos anfitriones es muy notable.

En resumen, el empate no es malo; la victoria, superior y la derrota abriría el muro de las lamentaciones y el pozo de la preocupación.