Este lunes tuvo lugar en el Parlament de les Illes Balears la primera jornada de la sesión de investidura de la candidata a presidenta del Govern, Marga Prohens. La líder del Partido Popular de Baleares expuso su programa de gobierno a fin de obtener la confianza de la Cámara, o bien en la votación que ha de celebrarse este martes, o más bien y con toda probabilidad, en la que se celebrará el próximo jueves, donde será suficiente con los 26 votos a favor del PP y Sa Unió de Formentera, y las ocho abstenciones de Vox.
El programa de gobierno de la candidata ‘popular’ cuenta con el aval de PP y Vox, la primera y la tercera fuerza política en el Parlament. Muchos de quienes critican a estos dos partidos debieran mostrarse más prudentes y humildes, pues juntos representan al 49,73 por ciento del electorado que ejerció su derecho a sufragio el pasado 28 de mayo. Y hasta ahora, que se sepa, no se ha visto ni oído propuesta alguna que no contemplaran, de un modo u otro, directa o indirectamente, sus programas electorales.
Por tanto, gusten o no a los partidos de la oposición, las medidas contempladas en el acuerdo suscrito entre PP y Vox, gozan de toda la legitimidad democrática exigible y son irreprochables desde este punto de vista, por más que puedan ser objeto de crítica desde el punto de vista político, aunque lo normal sería esperar a ver cómo se materializan y huir de los apriorismos catastrofistas a los que destacados líderes de la oposición se están abonando en los últimos días.
Por otro lado, no ha de olvidarse que Vox no forma parte del Govern, lo que significa que está en la oposición. Una oposición que se abstendrá para que Prohens pueda ser nombrada presidenta del Govern a cambio de impulsar un programa político que incluye 110 medidas acordadas entre PP y Vox. La ciudadanía ya conoce el acuerdo en su literalidad, que es lo que Vox podrá exigir al futuro Govern Prohens. Pero los planteamientos políticos de los ultraconservadores no son los del votante del PP, en su mayoría conservadores moderados y liberales, más ubicados en el centro derecha que en la ultraderecha. De modo que el PP hará bien en no dejarse arrastrar a terrenos ajenos, usualmente pantanosos y movedizos, más allá de lo estrictamente acordado con sus socios de investidura.