De un tiempo a esta parte estamos viviendo en esta Ciudad una causa judicial en la que se están confundiendo de manera grosera los papeles que cada profesional debería tener en la misma.
Simplificando lo más posible, siempre respetando los principios que informan los procedimientos penales especialmente el de presunción de inocencia, hemos pensado que quien nos defiende ante la criminalidad son los policías, los fiscales y la judicatura.
En el procedimiento al que me refiero ya no lo tengo tan claro. La unidad de policía que investigaba el asunto ha sido disuelta y varios de sus miembros investigados (les sigue amparando la presunción de inocencia); el juez instructor fue apartado de la causa y que quieren que les diga de la fiscalía después de los últimos acontecimientos, pues que también lo hicieron mal extorsionando, de ser cierto, al Alcalde de mi ciudad.
No me consta que a día de hoy ni el juez ni el fiscal se hayan querellado contra el Alcalde Hila por esas declaraciones; asimismo me parece inaceptable que el señor Hila aguantase las presiones y no se dirigiera la Juzgado de Guardia para interponer la correspondiente denuncia para al menos intentar liberar de la prisión a los policías municipales, inocentes, en palabras del propio señor Hila.
No soy capaz de entender que se sepa que alguien está cometiendo una flagrante injusticia, como parece ser lo sabía el Alcalde Hila, y no se haga nada para corregirlo. ¿Qué catadura moral hay que tener para soportar eso? Ya no hablemos de la que tiene el que abusando de su autoridad los manda a prisión.
Dichas actitudes tienen un efecto perverso en la sociedad que no es otro que colocarnos al lado del más débil, en este caso un poderoso empresario de la noche que, parece ser, ha sido privado de sus derechos constitucionales, y este efecto tampoco es el deseable.
Hace un tiempo dos honorables Letrados, Herrero como brillante jurista y Campaner como agitador de masas, denunciaron los hechos que ahora estamos viendo; quizás sería el momento de agradecerles lo que hicieron y a cuanto se expusieron, no sólo por sus clientes sino también por hacer valer nuestros derechos constitucionales ante los Tribunales. Recuerden la célebre frase del Pastor Niemöller en relación a la defensa de los judíos durante el nazismo, cuando vinieron a por mí ya no quedaba nadie. Mi respeto y admiración Compañeros. Que pasen un buen día.