Una excentricidad que no hay que permitir ni magnificar

Las sorprendentes imágenes de un helicóptero aterrizando en el Illot d’Es Toro, en el municipio de Calvià, para recoger a un hombre que previamente se había lanzado al agua para darse un baño, recuerdan a aquel episodio ocurrido el pasado año, cuando desde un yate sus tripulantes montaron hamacas y sombrillas en una playa de Formentera. Se constata que los hay que creen poder hacer lo que les viene en gana sin atender ningún otro criterio que no sea su propia voluntad. En el caso que ha denunciado la entidad Terraferida, el helicóptero toma tierra en un espacio protegido, catalogado como LIC y ZEPA, de especial interés para las aves.

El conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal, ha asegurado que se abrirá un expediente y que se tomarán medidas al respecto, en el caso de que el piloto de la aeronave haya incurrido en alguna infracción. Pero convendría que, pese a lo llamativas de las imágenes, se pusiera en este asunto un poco de moderación y sentido común. Ya está claro que Terraferida no pierde oportunidad para cargar contra el turismo, cuando no se aprecia hasta ahora que lo sucedido tenga nada que ver con la actividad turística. Pero la Administración debe ponderar otros aspectos, como el daño causado al medio ambiente, cosa que no consta que haya sucedido.

No se trata de defender o justificar las excentricidades de nadie, pero tampoco la de magnificar un suceso, por muy inapropiado que parezca. Y aún menos la de criminalizar el turismo, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.

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