La fecundidad está declinando en casi todas las regiones del mundo. Incluso en África, que es el continente donde es más alta, ha descendido a 4,7 hijos por mujer en 2010-2015. En ese periodo la fecundidad ha estado por debajo del nivel de sustitución de las generaciones (2,1) en 83 países que representan el 46% de la población mundial. Y la reducción de la fecundidad significa no solo que la población crece de un modo más lento, sino también que es una población más envejecida.
En Europa, Rusia, Japón y China, el gran problema no es el exceso de natalidad, sino su déficit, que va a llevar a la pérdida de población. En 40 países –entre ellos China y Rusia– se está reduciendo la población en edad de trabajar, lo cual plantea una serie de problemas económicos serios.
Habrá que aumentar la productividad y la participación de la mujer en el mercado laboral para compensar el descenso del número de trabajadores. La deuda nacional acumulada recaerá sobre menos habitantes. Habrá menos activos por pensionista, lo cual está obligando ya a hacer reformas en la línea de retrasar la edad de jubilación y rebajar las prestaciones. Será más costoso en el plano sanitario atender a una población envejecida. Estos países serán menos atractivos para los inversores. Y, en general, habrá menos personas para promover ideas innovadoras.
Según las estimaciones demográficas publicadas por la ONU en 2015, en el 2050 la población mundial alcanzaría los 9.700 millones, pero con un reparto distinto al actual. Las poblaciones de casi cincuenta países –la mayoría europeos– habrán disminuido.
Entre los países desarrollados con un volumen de población importante, el único donde seguirá creciendo es EE.UU., que alcanzaría los 388 millones.
En Europa, la “revolución contraceptiva” se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo, y hoy el gran problema es cómo estimular la natalidad. Se estima que de aquí a 2050 las muertes superarán a los nacimientos en 63 millones, descenso que no se podrá compensar con la inmigración, que solamente aportará 31 millones.
España, con una media de 1,3 hijos por mujer, se encuentra entre los países con menor fecundidad del mundo. Desde 2015, hay más muertes que nacimientos, saldo que en 2017 ha ofrecido un déficit de –31.245. Y, de repente, los políticos y los editoriales de los periódicos descubren la importancia de fomentar políticas que impulsen la natalidad. En Baleares es de 1,2 hijos por mujer.
La política del hijo único y su consecuencia de aborto selectivo de niñas está pasando factura también a China, que afronta un serio problema de envejecimiento de población y de desequilibrio entre hombres y mujeres. Allí la población se estabilizará en la próxima década y empezará a disminuir a partir de 2030.
Si el rostro europeo tiene cada vez más arrugas, África es la juventud. Más de la mitad del aumento demográfico mundial entre 2015 y 2050 (de 7.300 millones a 9.700) provendrá de esa región: concretamente, 1.300 millones. La juventud de la población del continente, con gran número de mujeres en edad de procrear, asegura este protagonismo de África.
El aumento de la población se producirá sobre todo entre los dos trópicos africanos. Esto puede aumentar los problemas en los países del Sahel, afectados por la desecación del lago Chad, la deforestación y las guerras actuales. En cambio, hacia el sur de esa zona la densidad de población es más bien baja (en Congo es solo de 37 hab/km2).
Asia ostenta el segundo puesto en el crecimiento de la población mundial. A tenor de las proyecciones de la ONU, aportará 900 millones de habitantes más de aquí a 2050. La India, Pakistán e Indonesia son los países que más crecerán.
Frente a estos dos continentes, el crecimiento estimado en Norteamérica, América Latina, el Caribe y Oceanía será mucho menor.
Cuando , nuestros políticos, se darán cuenta que tenemos un grave problema que se se acentúa año tras año?