Este lunes comienza el derribo del Pont del Riuet, de Portocristo, símbolo de la incompetencia de nuestra clase política. Esta es la tierra en la que construimos los puentes de forma tan irregular, tan alejada de las normas, tan a nuestro aire, que hay derribarlos porque son jurídicamente ilegalizables.
Y quien comete esta aberración es la Administración pública, sin que aparezca ni un responsable, ni un culpable. Al final de todo el camino sólo estamos los ciudadanos, los que hemos tenido que pagar la factura que, por supuesto, cae sobre nosotros.
No quiero exagerar la nota particularmente con nadie, pero el resultado final de esa acumulación de fallos es la que es, un esperpento. No crean que nos va como nos va porque sí. Esto es un símbolo, pero también lo es la indiferencia ante tamaño despropósito. Una verdadera pena.