El calendario vacunal recomendado para adultos se va modificando a medida que lo hace el comportamiento de las enfermedades infecciosas y los avances en su conocimiento. De hecho, solo se puede introducir una nueva vacuna si se dispone de ella, pero no solo de su disponibilidad. Influyen de forma determinante las características de la propia enfermedad y de la vacuna. De esta, resulta primordial su efectividad y sus efectos secundarios en cuanto a frecuencia y gravedad.
La recomendación de una nueva inmunización poblacional no es una decisión sencilla ni unívoca. La implantación de una nueva vacunación es una decisión mediada por un consejo de expertos multidisciplinar y colegiada. Inmunólogos, epidemiólogos, salubristas, preventivistas, infectólogos, microbiólogos, farmacólogos, internistas, tras analizar la información científica y asistencial disponible llegan a la conclusión de si elevar o no la recomendación a las autoridades competentes. El debate y el acuerdo se realiza en el seno del Consejo Interterritorial del SNS.
Después de profundizar, de forma prevalente en aspectos sociales y sanitarios como la prevalencia de la enfermedad, las comorbilidades y la mortalidad de una determinada enfermedad infecciosa y contrastarla con la evidencia disponible. La recomendación se realiza si, y solo si se acredita una mejora sustancial global con las nuevas vacunas poblacionales.
La tradicional vacunación de la gripe ha ido evolucionando en las últimas décadas. Pronto se evidenció que la aparición de nuevas cepas, algunas en animales, obligaba a recomendaciones anuales según el patrón epidemiológico del momento. De hecho, desde el año pasado las vacunas son tetravalentes, se componen de cuatro cepas distintas.
La pandemia de la COVID19 ha venido a revolucionar y replantear el calendario vacunal. La campaña de vacunación estacional 2023/2024, además de la influenza, incluye una dosis para la COVID19 para inmunodeprimidos, fumadores, colectivos de personas mayores y profesionales esenciales. Las actuales variantes de ómicron se escapan de la cobertura inmunológica adquirida en relación con su infectividad. La mayoría de los estudios siguen corroborando cierto grado de protección, a meses vista, con relación a los ingresos hospitalarios, reducción de la gravedad de las manifestaciones clínicas y reducción de la mortalidad.
La vacunación ha sido reconocida como una medida importante en la prevención de la propagación del virus y la reducción de la gravedad de la enfermedad en pacientes infectados. De hecho su influencia en el control de las variantes más agresivas no he sido menor.
Sin embargo, aún existe incertidumbre sobre la efectividad de la vacuna en la prevención del el ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y la mortalidad global en pacientes que ya han recibido la vacuna. Esta incertidumbre se debe en parte a la evolución constante del virus y a la aparición de variantes más resistentes a las vacunas existentes hasta la actualidad.
El análisis de los pacientes que requirieron ingreso en UCI por la gravedad de la enfermedad por SARS-CoV-2 ayuda a comprender mejor la efectividad de la vacuna en la prevención de la gravedad de la enfermedad y la mortalidad en pacientes con COVID-19.
En cualquier caso, en estas situaciones, de forma bastante generalizada, la mayoría de los estudios muestran que los pacientes vacunados frente a la COVID19 con enfermedad grave por SARS-CoV-2 presentan unas tasas de distrés respiratorio y de necesidad de ventilación mecánica menores que las de aquellos pacientes no vacunados.
Por nuestra salud y por la salud de población, los mayores de 65 años, los pacientes con enfermedades crónicas, los inmunodeprimidos y los colectivos esenciales, docentes, sanitarios y cuerpos de seguridad, mejor, doblemente vacunados.