Un tipo rarito

A ver, no me va a decir usted –querido amigo- que le parece normal leer esta columna en pleno 26 de diciembre, es decir, cuando debería estar acabando de hartarse de comer y beber con padres, hermanos, suegros, cuñados y demás subespecies familiares, tras el marisco de Nochebuena  y el pavo relleno de Navidad y mucho, mucho alcohol, en forma principalmente de vinos, cavas y algún que otro pelotazo. Por cierto, deje que conduzca otro, se lo pido como ruego personal. Pero no, usted es don erre que erre, no me perdona ni en la segona festa de Nadal y aquí me tiene, el día de Navidad sentado ante mi teclado. Hombre, no pretenderá, además, que le cuente los entresijos de la alta política ni que le adelante el día y la hora exacta que saldremos de la crisis, un poquito de por favor. Hoy voy a permitirme ser ligeramente superficial, pero sin llegar a los extremos de los discursos navideños del rey, que todavía tengo un cierto prurito profesional. Si pretende usted sesudos análisis –no exentos de gran ingenio-, lo siento, hoy se ha equivocado de columna, mejor pregunte por Matías Barón. Así que me he decidido por una interesante columna sobre la socio-psicología del lector de digitales del 26 de diciembre. Veamos, igual usted es un mallorquín exiliado por obra y gracia de Montoro a tierras extrañas en las que la Navidad se celebra una sola vez -no tres, como aquí- y, entonces, el único vínculo que mantiene con la actualidad de sa roqueta sea este magnífico diario. Si es así, siento que esté usted trabajando en su tesis sobre las condiciones aerodinámicas de la mosca del vinagre mientras sus compatriotas se castigan el hígado, mis respetos. Otro posible perfil sería el del tipo engorilado con su tableta, de esos que mira hasta el tiempo que va a hacer en Sebastopol o Pernambuco y cada cinco minutos revisa su facebook, su twitter y la portada de Mallorcadiario a ver si Tomás Ibarz se ha dejado la melena, si Miley Cyrus se ha dejado fotografiar vestida o cualquier otra primicia mundial. Levante la cabeza, hombre, que su suegra le está preguntando hace una hora si quiere más huevo hilado con el fiambre. – Si es que está obsesionado, mamá, dirá su santa entre sollozos mientras los niños, ajenos por completo al drama, están montando una estrategia de comandos para echarle sal a la ensaimada del padrino. Pero usted, ni por esas, su artículo semanal del Mallorcadiario, caiga quien caiga. Nuestro editor agradece su fidelidad y nuestros anunciantes sacan la calculadora y describen gráficas sobre el índice de impactos que sus reclamos conseguirán hoy. Y, finalmente, está el individuo que lee esta columna porque no celebra la Navidad –no la religiosa, sino la otra-, porque es anticelebraciones, porque es un instrumento del capital para domesticar al proletariado, porque se solidariza con los indios del Amazonas o porque, como un servidor, es un rarito de cojones, porque a ver quien es el ser humano normal que mientras los demás se acicalan para el tercer round navideño está delante de su portátil escribiendo chorradas. Si es que Dios los cria...