Dicen que la vida se compone de muy pocos instantes para ser feliz y todos los demás para acordarte de ellos. La familia de Joan Lluis Pons Ramón, que ha vivido momentos difíciles debido a la delicada salud de la abuela María, cobró un recuerdo imborrable a las seis de la tarde del día seis de agosto del 2016. Su nieto se convertía en finalista olímpico de natación después de anotar la octava mejor marca en las series de 400 estilos y batir el récord de España de dicha especialidad. El sueño, que había tomado forma al conseguir los tiempos mínimos para viajar a Río de Janeiro, se hacía realidad aún sin considerar el destino que marque una final impensable.
Habría que estar en la piel del patriarca de la familia, Mateo, de sus padres, Joan y Xisca Isabel, de su hermana, Victoria, de su tío Mateo que han vivido en primera persona la evolución del deportista, su entrega y el sacrificio que supone llegar donde lo ha hecho. Con ellos ha vibrado el resto de sus allegados y todo el pueblo de Sóller, que pudo seguir la prueba a través de una gran pantalla y no presumía de un grande desde los tiempos de Rafa Rullán.
El joven nadador, con sólo diecinueve años, ha repartido alegría a raudales y tiene todavía un futuro que le llevará sin duda a Tokio en el 2020 y otros Juegos Olímpicos en sede a decidir dentro de un año. Ahí es nada, la octava mejor marca mundial en la prueba más difícil de la natación internacional y a solo cinco segundos del número uno. Una mínima diferencia de estatura evitó que tocara la almohadilla en primer lugar, pero eso no impide que fuera de la piscina tampoco tenga rival en humildad y sencillez dentro de una disciplina deportiva en la que no se ganan millones ni se copan portadas o focos. ¡Felicidades!