Doy una primera ojeada a la plantilla del Mallorca y, de entrada, observo un exceso de centrocampistas, cinco de ellos de banda, en contraposición a sólo seis defensas y, peor aún, un delantero y medio.
Los despidos de Coro y Tobías, vestigio de la nefasta gestión deportiva de la era Claassen, parecen tan lógicos como presuntamente improcedentes desde el punto de vista laboral. Sería interesante conocer cuáles son los motivos que dará el club si es demandado, más que nada por si los justifica por pérdidas continuadas.
En aras del análisis por puestos de los que quedan en nómina, afrontar la temporada con tres centrales y un único lateral izquierdo, se nos antoja arriesgado. Contamos a Yuste como zaguero, pero en cambio no hallamos un medio que pueda sustituir a los de más atrás. De hecho Juan Rodríguez asume en solitario el papel de recuperador, pues sus nueve compañeros de línea responden a una vocación claramente ofensiva excepción hecha de Alex Vallejo, que sería el décimo. Vamos, once en total.
Si miramos hacia arriba, la solitaria figura de Colunga ofrece las mismas dudas que el estado de forma y recuperación de Cedric. Aquí falta al menos un delantero centro de garantía a no ser que Fernando Vázquez se plantee jugar con un falso “nueve”, una opción en desuso e incluso agotada en segunda división.
La conclusión es que Recio y Molango, aunque el orden de los factores sí importa, deben seguir trabajando en la búsqueda de tres o cuatro refuerzos, salvo para la zona ancha. Y si es así, quizás los recientes despidos no habrán sido los únicos.