El estudio elaborado por los profesores del Departamento de Economía Aplicada de la UIB, José Luis Groizard y William Nilsson, titulado “Mito y realidad del alquiler vacacional en las Islas Baleares. Análisis y recomendaciones de política turística” ha generado una intensa polémica por su encendida defensa del alquiler vacacional, por la liberalización absoluta que propugna y por la descarada apología de la empresa Airbnb, la polémica plataforma de alquiler de viviendas vacacionales.
Desde muchos sectores se ha criticado las conclusiones del estudio, calificándolo de sesgado, ya que solo analiza los datos de Airbnb, que es solo una de las múltiples plataformas de alquiler vacacional. Además, consideran que parte de un sesgo ideológico muy determinado y de una notoria falta de rigor, cosa que niegan los autores del informe, como por otra parte es natural.
Sin entrar pormenorizadamente a analizar una por una las conclusiones del polémico estudio, sí que conviene resaltar por lo menos algunas de ellas por llamativas y estrambóticas. Negar, como hacen los docentes de la UIB, que el alquiler vacacional tiene impacto sobre la sensación de saturación que una parte de la sociedad dice percibir, es negar la evidencia. Como lo es afirmar que es más rentable alquilar una vivienda al uso residencial que al uso turístico. Del mismo modo que lo es rechazar que el alquiler vacacional afecta al alza de precios del mercado de alquiler en su conjunto y a la falta de vivienda en determinados lugares, en especial en las Pitiusas.
Dado que la teorización de los doctores Groizard y Nilsson, quizás les haya alejado de la realidad y son incapaces de ver lo que el resto de mortales percibe sin mucho esfuerzo intelectual, sería interesante que amplíen sus análisis estudiando la cuestión sobre el terreno. Y para ello nada mejor que recomendarles que se desplacen a Ibiza durante este mes de mayo y busquen allí vivienda para residir una buena temporada a un precio razonable, como tienen que hacer muchos trabajadores. Será casi imposible que lo consigan, del mismo modo que no lo hacen médicos, policías, guardias civiles o docentes. Y negar que eso se produce por la irrupción vertiginosa del alquiler vacacional a través de plataformas como Airbnb, es sencillamente un delirio. Solo hay que ver la multitud de casos aparecidos en los medios de comunicación de familias a las que se obliga a dejar su vivienda alquilada al comienzo de la temporada turística porque los propietarios prefieren arrendarlas por días o semanas a turistas.