Lo nuestro se acabó y te arrepentirás de haberle puesto fin a un año de amor. Si ahora tú te vas pronto descubrirás que los días son eternos y vacíos sin mí. Luz Casal. Llevo toda la mañana cantando esta canción cada vez que siento en mi interior que este año se acaba. Desde luego que ha sido un annus horribilis este 2013, pero amor sí que le hemos puesto a todo. A la hora de comprar o cocinar, inventando o reinventando platos austeros; a la hora de tragar, impuestos, discursos vacíos y talantes autoritarios; a la hora de encender la luz, porque las velas también nos han hecho su apaño. A la hora de poner la calefacción, porque muchas veces no ha sido posible. Amor es el sentimiento que más hemos escenificado en este último año y por amor nos abandona el considerado creador del nuevo Partido Popular. “Motivos personales” es la justificación más ocurrente que encuentran muchos políticos cuando se marchan,- si es que se marchan -, porque así apelan a nuestra conciencia íntima y lo podemos comprender. Aunque hay otra justificación más ocurrente aún, un mantra que repiten una y otra vez cuando los tribunales acechan: la frase más in de este 2013 ha sido “respeto absoluto a la Justicia”, que también de ella estamos servidos. Las redes sociales bromean con la marcha de Delgado, artífice del trilingüismo y muchos miran el calendario para ver si lo anunció el 27 o el 28, día de los Santos Inocentes. Yo estoy triste porque durante mucho tiempo he tenido a quien odiar por las formas y los fondos, sin olvidar que nunca me concedió una entrevista, simplemente por pertenecer orgullosa a una tribu mediática. En Carlos Delgado hemos encontrado la justificación a las duras políticas de José Ramón Bauzá. En los pasillos del Parlament se ha verbalizado un “es Delgado que mueve los hilos” infinidad de veces y la verdad es que yo también lo creía. Entonces, ¿qué hacemos con todo este lío montado? Apostar por algo, romper esquemas, destrozar moldes, incorporar tulipán a las recetas para que duelan menos, son artes de su política desde siempre. Y era un blanco fácil para todas nuestras iras. Que se vaya es sin duda una buena noticia para la inmensa mayoría, incluso para los suyos, pero su gesto es feo, feo, feo. No se abandona el barco en mitad de una travesía, a no ser que haya motivos de fuerza mayor, senderos misteriosos y aún desconocidos que le hayan obligado a hacerlo. Su partido y su persona han jugado duro los últimos años y que Delgado se vaya sólo nos indica que en realidad, esa fuerte y dolorosa apuesta política que han hecho puede abandonarse en cualquier momento, porque en realidad no era nada importante. No hay “motivos personales” ni su “familia ha crecido mucho” que valgan. Porque si él abandona significa que la pasión por lo que hace se puede desinflar en cualquier momento. Hay algo que se llama compromiso y si él lo rompe, su política, aquella que ha triunfado esta legislatura, se convierte de inmediato en un soufflé. A no ser que al final, él no sea el que ha movido los hilos. Mi abuela decía que no puede haber dos gallos en un gallinero. Sólo me queda una esperanza, y es que gracias al traductor de Google de su hasta ahora compañera de gobierno, en el futuro, le pueda llamar Carles Prim. Pero bueno, ése ha sido el broche de oro para un año en el que hemos dado mucho amor. Se acaba el 2013 y me alegro, aunque sólo sea para encender la llama del deseo para ustedes y para mí. He pedido varios, algunos públicos: paz, trabajo, salud y más amor para todos, que con la que esta cayendo igual agotamos existencias. Otro es exclusivo para mí y no lo puedo contar, aunque me comprometo a que si se cumple, ustedes serán los segundos en saberlo. Y al año que se va decirle que a su prepotencia, - y puesto que sigo cantando mientras escribo -, sólo le puedo susurrar Y de noche, por la noche, por no sentirte solo recordarás el sabor de mis besos y entenderás en un solo momento qué significa un año de amor.
