Un año más vemos por toda la costa del Mediterráneo, especialmente por nuestras islas y Barcelona, manifestaciones contra los turistas que llegan otro año más a nuestras tierras.
Y no es de extrañar que, aunque sea cierto que en ocasiones los turistas que llegan a nuestras islas perjudiquen la calidad de los que vivimos todo el año aquí, se hayan dado por aludidos y hayan decidido volver a otros lugares que en estos últimos años habían dejado de frecuentar, debido a la situación política de los mismos.
Y es que a nadie nos gustan que nos apunten con el dedo y nos metan en el mismo saco y mucho menos que cuando vayamos en busca de descanso y paz, se nos señale con el dedo como si de apestados se tratara.
Es complicado el tema, ya que como en todo en esta vida, nuestra actitud depende mucho del lado en el que te veas involucrado, no obstante no hay que olvidar jamás que, la economía de nuestro país, depende en gran medida del turismo y más en nuestras islas.
Todos de alguna manera vivimos gracias al turismo y es la mayor fuente de ingresos que poseen nuestras islas, por lo que morder la mano que te da de comer, no deja de ser, cuanto menos, sorprendente.
Puedo entender que una persona que viva en El Barrio de Santa Catalina de Palma de Mallorca y cada noche se vea acosado por los ruidos y destrozos de su barrio, termine aborreciendo a los turistas, no obstante es obvio que, ni todos son iguales, ni que se debe generalizar, ya que terminaremos haciendo que paguen justos por pecadores.
Estoy a favor de un turismo de calidad y del control del tipo de turismo que llega a nuestras islas, no obstante hay formas más sencillas que deben marcar nuestros dirigentes para el control del mismo, que permitir estas manifestaciones contra la existencia de turistas, porque ¿si dejaran de venir, de que viviríamos en nuestras islas?.
Intentemos pensar con la cabeza, antes de hacerlo con el corazón y pidamos a nuestros dirigentes políticos, medidas políticas correctas relativas al turismo y un mayor control de las condiciones y calidades del mismo y dejemos de manifestarnos en contra de la mano que nos da de comer.