Plaza de Toros de Palma. Coliseo Balear. 3 de agosto. Clausura de temporada.
Rivera Odoñez, que se despedía de la afición, de Madrid, se burdeos y oro. Ovación y ovación con saludos.
Alejandro Talavante, de Olivenza (Badadajoz), de gris plomo y oro, ovación y dos orejas. Salió a hombros por la Puerta Grande.
Cayetano, de Madrid, de azul aterciopelado y azabache, saludos y una oreja.
Toros: 6 de Núñez de Tarifa. terciados y justísimos de fuerzas y presentación, que rodaron por los suelos. Una verguenza.
Aforo: Casi tres cuartos de plaza
Palco : Muy bién asesorado por Miguel Ángel Puertas.
No fue el día de Rivera Ordóñez que quiso y quiso mucho. Más delgado que de costumbre, recibió a ambos toros con una larga cambiada, veroniqueó con templanza y no dudó en banderillear sus dos oponentes. Iidió con rodillazos, para seguir con derechazos, dejándole la pañosa puesta en la cara para que repitiera. Naturales, circulares y desplante. Mató mal y perdiío los trofeos cuando ya había calentado el ambiente. Dos pinchazos y estocada. Ovación al toro. Con el cuarto ocurrió lo mismo con un animal sin fuerzas que se acostó antes de tiempo.
Alejandro Talavante recibió a su primero con dos largas afaroladas y le instrumentó un quite por chicuelinas. Inicia la faena con estatuaros y pases cambiados ante el desplome del toro de autentica verguenza.
En el quinto fue el protagonista de la noche al ejecutar una valiente y vibrante faena al que lidió con firmeza en un trasteo medido en el que aprovechó al máximo su mano izquierda ante un toro exigente que reclamó carácter y capacidad técnica. Mató de un estoconazo a ley y cobró las dos orejas que le pasaportaban a hombros por la Puerta Grande del Coliseo Balear.
Cayetano lanceó a sus dos oponentes con las manos bajas y ganándoles el paso. En su primero, que brinda a S.A.R. la Infanta Elena y a sus hijos, se dobla de manera pinturera de inicio. Naturales de seda de ida y vuelta, derechazos y unos torerísimos ayudados por alto. Tres pinchazos.
En el sexto la faena alcanzó la excelencia al enganchar las embestidas, marcar el camino, alargar los muletazos e imponer el mando para dejar a la res en el stiio correcto para que el toreo avance sin solución de continuidad. Estocada. Una oreja.
Los tres toreros fueros despedidos con una fuerte ovación.