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Tras 17 años de batalla judicial, el millonario egipcio
Mohamed Al Fayed no ha conseguido que ningún tribunal condene a los fotografos que, en la noche del 30 de agosto de 1.997, perseguían en París a su hijo
Dodi y a
Diana antes del accidente de coche que acabó con sus vidas.
"Pensaba que la policía nos llevaba para interrogarnos en la comisaría del barrio. Ni un segundo imaginé que nos detendrían, aún menos que nos iban a procesar. Todo esto me parece absurdo y estúpido”.
Jacques Langevin, fue uno de los siete fotógrafos franceses que siguieron a Diana de Gales y Dodi Al Fayed en sus últimas horas de vida. Desde el hotel Ritz de París, donde cenaron el 31 de agosto de 1997, hasta el Pont D’Alma, en cuyo túnel se estrelló el Mercedes en el que viajaba la pareja.
Langevin, fotoreportero de la agencia Sygma, se encontraba de guardia aquel sábado. Según su propio relato,
publicado por el diario francés Libération, Langevin estaba cenando aquella noche con unos amigos cuando una llamada al móvil le confirmó que Diana de Gales y su presunto novio estaban en París. Interrumpió su cena y acudió al hotel donde consiguió unas cuantas fotos cuando la pareja abandonó el hotel Ritz, tras cenar en una de sus suites. Dodi y Diana sabían que su escapada parisina sería de todo menos secreta así que al Fayed pidió al conducto
r, Henri Paul, que les trasladase al lujoso apartamento de Campos Elíseos propiedad de la familia del millonario. Allí pasarían la noche.
Como el resto de fotógrafos, Jacques Langevin fue procesado por homicidio involuntario y no asistencia a persona en peligro, ante los testimonios que hablaban de una feroz persecución, de acoso por parte de los fotógrafos. La investigación de la Brigada Criminal francesa reveló otros datos determinantes: el chófer, Henri Paul, conducía con 1,79 gramos de alcohol por litro de sangre.
Y circulaba demasiado rápido para dominar un vehículo lanzado a 100 km por hora en el descenso de un túnel estrecho.
En septiembre de 1999, el juez del caso, Hervé Stephan presentó, tras dos años de investigación, un exhaustivo informe que confirmaba la responsabilidad del conductor en lo sucedido y descargaba a los fotógrafos de cualquier carga penal El millonario Mohamed Al Fayed, padre de Dodi, no se dio por vencido y presentó en 2003 una segunda denuncia, esta vez por atentado a la vida privada y sólo contra tres fotógrafos, entre ellos, Jacques Langevin. Argumentaba que, al inmortalizar el coche, los fotógrafos no habían respetado un “lugar privado”. Su razonamiento no fue atendido por la justicia francesa que absolvió a los fotógrafos. Al Fayed recurrió la sentencia y consiguió una pequeña victoria: el Tribunal de Apelación condenó a tres los reporteros al
pago simbólico de un euro. Esos tres euros son todo el rastro judicial del caso.
De los fotógrafos que vivieron aquel episodio, sólo uno Romuald Rat, abandonó la profesión. Fue el primero en socorrer a Diana de Gales tras el accidente.
Como él mismo relató a la televisión francesa, no dudó en abrir una de las puertas del coche donde encontró a Diana sentada en el suelo del coche, tras el fuerte impacto. Le tomó el pulso y trató de tranquilizarlo con algunas palabras en inglés. Cuando llegaron los médicos se retiró metros atrás e hizo algunas fotos.
El resto de fotógrafos ha seguido trabajando durante todos estos años, Sólo la crisis o la edad ha puesto fin a sus carreras. El caso Diana de Gales está cerrado... o casi.
Scotland Yard investiga actualmente nuevos datos sobre un presunto complot aportados por los familiares de un soldado de las fuerzas especiales británicas.