Construcciones y obras, música a un volumen excesivo, concentración de personas debajo del balcón, aumento del flujo del tráfico... El ruido escesivo se cuela en hogares y centros de trabajo y puede llegar a afectar a la calidad de vida de las personas, incidiendo en el sueño, la conducta, el estado psicológico o la memoria, entre otros.
Así, los individuos expuestos a contaminación acústica de manera constante durante un tiempo terminan experimentando estrés, ansiedad, irritabilidad, agresividado incluso, depresión.
La OMS recomienda registros sonoros por debajo de 45dB, pero en la mayoría de los hogares españoles se registraron valores muy por encima de 65 dB, niveles muy por encima de lo recomendado, generando un fuerte malestar debido a la interferencia de las actividades básicas (dormir, descansar, estudiar…) y en casos más graves provocando hasta enfermedades psicológicas y fisiológicas.