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Tren de Sóller, un patrimonio local que no se vende

jueves 05 de septiembre de 2019, 00:00h

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El Consejo de Administración del Ferrocarril de Sóller ha rechazado vender la compañía al grupo de inversores liderado por Mar Raventós, ex presidenta de las bodegas Codorníu. En su reunión de este martes, el órgano directivo de la sociedad acordó prácticamente por unanimidad -tan sólo se produjo una abstención- rechazar la oferta pública de compra de acciones lanzada el pasado 8 de agosto por Mundra Invest, que ofrecía un precio de 147 euros por acción si conseguía hacerse con la mayoría del capital social de la empresa.

La frustrada operación ha puesto de relieve la importancia y el sentimiento que despierta esta institución centenaria, una entidad que es algo más que un negocio, un medio de transporte o una atracción turística. A lo largo de todas estas décadas, el tren de Sóller se ha convertido en un símbolo, un elemento identitario de Mallorca cuyos propietarios han preferido proteger ante el interés crematístico de quienes aspiraban a hacerse con él.

La compañía Ferrocarril de Sóller S.A. fue constituida en 1912 por ciudadanos de Sóller y los actuales accionistas son, en su mayoría, descendientes de los fundadores. Esta circunstancia permite explicar y entender las profundas raíces locales de la empresa y el interés por mantener su vinculación a Sóller. Es difícil saber cómo habría evolucionado la empresa dirigida por unos nuevos propietarios ajenos al negocio y al entorno; unos aspirantes a propietarios sobre los cuales se eleva la duda de sus intenciones finales, ya que también pretendían un cambio de estatutos que abría la puerta a que la sociedad pudiera volver a venderse a terceros.

La actual dirección se ha reservado su derecho a ejercer acciones legales por algunos episodios producidos durante el periodo de oferta, pero la situación parece definitivamente superada y la compañía seguirá vinculada a Sóller y a Mallorca en su totalidad, una opción que parece la más acertada y la que mejor encaja con una forma de ser y de actuar que ha dejado su huella a lo largo de 107 años. De momento.