En pleno ejercicio de lo que exige su cargo, el entrenador del Mallorca, Vicente Moreno, advierte innecesariamente de los peligros del Ebro igual que ha hecho con los dieciocho equipos restantes de los que solamente dos le han ganado un partido. “Es un equipo equilibrado como visitante”, una frase brillante que no se sabe muy bien lo que significa pero encierra un doble mensaje, uno dirigido a sus jugadores para que no se relajen y otro a los aficionados por si vienen mal dadas. Pero arreglados vamos si a estas alturas los mallorquinistas han de inquietarse por la visita de un equipo que, si como visitante, es el décimo cuarto de la tabla y, también como visitante, es el segundo que menos goles ha marcado en sus desplazamientos después del Llagostera. Si al fútbol más mediático le quitas los tópicos tiene menos recorrido que la carrera artística de Valtonyc.
Más peliagudo es el compromiso del Atlético Baleares. El Badalona es aquel equipo rocoso que, en su feudo, se las hizo pasar canutas al líder y, en calidad de local, solamente ha perdido un partido. Marca pocos goles pero, siempre como anfitrión, es el que menos ha encajado después del Ontynent. Dadas las urgencias de los blanquiazules no es el mejor viaje que les podía tocar, pero al final hay que pasar por todos los tubos. Con la baja de Vallori, que igual hasta es mejor, los de Mandiola tienen prisa por salir de las posiciones que conducen directamente a tercera división, si bien y a título particular pienso que su salvación depende más de los puntos que sumen en Son Malferit que de los que puedan traer de fuera. Lo malo es que, a diferencia del inquilino de Son Moix, el tiempo apremia e incluso ahoga.