Darse un baño en Palma: deporte de riesgo. Las infraestructuras de la capital balear se han quedado pequeñas e ineficientes y cada vez que llueve, las consecuencias del aumento de población salen a flote. Y así hasta 2020. Habrá que comprarse una escafandra...
Si no fuera porque el asunto es verdaderamente preocupante y las consecuencias medioambientales y económicas, terribles, sería como para echarse unas buenas risas.