Todo tiene un límite

El otro día mandé estas lineas a alguno qué otro diario, en los comentarios sobre el puto virus ... Esta situación ha servido o está sirviendo para repescar el uso de las emociones y como resultado habituarnos en el ejercicio fisico de los flujos de nuestros ojos, por lo menos los mios, eso de dejar resbalar alguna o muchas lagrimas. Por tanto dolor, por tanta entrega, por tanto sacrificio, por tanta gala de humana acción positiva y desinteresada, por tanto ejemplo de bonhomía ingenua o totalmente consciente. Y porqué no decirlo, lagrimas por tanto ejemplo de estupidez y mala baba, en este tiempo de crisis, templanzas y retos personales. Seguiré emocionandome y por lo tanto ser presa de nudos en la garganta y riachuelos faciales... mientras mi cuerpo aguante, claro.

Ha sido una verdadera vergüenza. No todos viven este momento con este desenfado. Hay gente que ha sufrido y todo este circo que se ha montado alrededor de los aplausos les resulta violento, desagradable e incluso ofensivo. Algunos lo han convertido en un circo, su momento de gloria. Ha hecho que muchos no se lo tomen en serio. Se ha parado la economía del país porque había un peligro real de muerte, no para que se dedicaran a hacer de Dj's aficionados. Así nos va. Y nos irá si no reflexionamos.