Ahora que todos los equipos han iniciado sus concentraciones de pretemporada, conviene advertir al aficionado que no debe prestar mucha atención a los amistosos que la salpican. Por supuesto que en primer lugar no hay que valorar los resultados, pero tampoco se debe conceder demasiada importancia al juego colectivo e incluso el individual. Este regreso a la actividad es importante para poner a los futbolistas en forma y, sobre todo, para los técnicos que son los únicos preparados para alcanzar conclusiones no definitivas, pero si interesantes de cara al trabajo específico en función del sistema elegido y sus variantes.
Muchos goles a favor o en contra no significan nada, igual que victorias, derrotas o empates sea cual sea el “sparring” de turno. Hemos visto equipos con muy buen rendimiento cuando no hay puntos sobre el tapete que, en cambio, después han llevado a cabo un campeonato discreto o incluso muy defectuoso y, en el extremo opuesto, algunos que no han ganado un partido hasta el inicio de la liga y al poco tiempo ya están encaramados en lo alto de la clasificación. Y es que Luis Aragonés ya decía muy a menudo que no solamente se trata de jugar bien, sino por encima de eso saber competir, una cualidad que no todos asumen particular o conjuntamente.
En idéntico orden de cosas, no tiene excesiva importancia la identidad del contrincante, ya sea de tercera o primera división, entre otras cosas porque las categorías no son correlativas en cada país. Me viene a la memoria un partido del Mallorca el pasado verano contra un equipo de la máxima categoría holandesa. Ganaron los del Chapi Ferrer y se disparó la euforia. Huelga recordar cómo acabó la temporada en cuestión. Página pasada.