Certificada la defunción del Real Mallorca SAD, reconvertido en “Real Majorca soccer club, Company Limited”, la conciencia de cada mallorquinista le liberará de cualquier sentimiento que pudiera albergar en relación a los 102 años de historia que precedieron al 9 de septiembre del 2017, día en que el nombramiento de Andy Kohlberg como presidente formalizó el cambio con la ausencia de cualquier dirigente mallorquín o siquiera español en el consejo de administración del club.
Los dueños han esperado a que Maheta Molango diseñara el conjunto de su equipo para tomar una decisión tan normal como que el presidente sea uno de ellos. Los pocos nativos consultados han sido lo suficientemente inteligentes para no erigirse en cómplices de las tropelías que han minado el espíritu del club, del que han despedido a sus servidores de mayor abolengo, como Manolo Molina, José León, César Mota, Luis Adiosgracias, Carlos Sureda, etc, mientras se ofrecían cargos remunerados sin ton ni son a ex futbolistas cuya relación con la entidad no pasó de un año en términos de cesión, como Iván Campo. Tras el fichaje, el año pasado, de un director deportivo extraído del fondo de armario del Espanyol, también han sido ignorados no pocos ex futbolistas locales más que preparados para sustituir al responsable de la ciudad deportiva, donde aterrizó otro catalán, se supone que amigo de Javier Recio, con un currículum inexistente. Miguel Magaña, Paco Navarrete, Marcos Martín, Toni Prats, a los que cabría sumar al menos una decena más de nombres, ni siquiera fueron considerados. No sé si de haber prosperado las negociaciones con el Glasgow Rangers previas a la compra de las acciones de Utz Claassen, se hubieran atrevido a tanto. Pero aquí todo vale y todo el mundo traga siempre y cuando no haya que vilipendiar a algún paisano.
Y no, absténganse de recordar que los hoteleros siempre dieron la espalda al club porque, aunque lo hicieran, con la excepción de Gabriel Barceló, no son los únicos empresarios de la Comunidad Balear aunque sean los más numerosos. Pero es comprensible que visto el trato recibido por Vicenç Grande, Serra Ferrer o Nando Pons, por poner unos pocos ejemplos, a nadie le apetezca meterse en tal fregado. Así que, requiem por el Mallorca “and welcome at the new age of red rock and roll”.