Alberto Núñez Feijóo, como todos sus antecesores en el cargo de capo de partido corrupto, está instalado en la mentira, en el insulto, en la descalificación sistemática de todo lo que hace la izquierda en el gobierno central, y, además, usando un barriobajero lenguaje, más propio de un pendenciero discutidor de barra de bar que de un iluso pretendiente a presidente del gobierno.
Recordemos que Feijóo se iba de vacaciones a menudo con un convicto por contrabando, evasión fiscal y blanqueo de capitales, mientras que él, Feijóo, dirigía el Sergas. Su penúltima demostración de ignorante mala fe y de su insolvente inteligencia ha sido cuando ha acusado a Sánchez de “meter un pufo” a los españoles con la deuda pública, escondiendo que él la triplicó en Galicia: cuando llegó era de 3.954 millones y la dejó con 11.314 millones, o sea, según sus palabras, Feijóo dejó un “pufo” en Galicia de 7.360 millones. Para que nos entendamos, aumentó la deuda en un 135%.
Los datos oficiales que Feijóo debería conocer le dejan como un embustero empedernido que sigue queriendo engañar a los ciudadanos, como siempre hace el PP, tanto si gobierna como si no, porque obvia que el último Gobierno de Rajoy incrementó la deuda pública de España en un 46%. El amigo de narcos oculta que los 60.000 millones que nos endosó el PP, hace casi una década, por el famoso rescate a los bancos, finalmente a los españoles nos ha costado 101.500 millones de euros.
En nombre común, Feijóo es un sujeto que obra sin comedimiento ni respeto, y con descaro, de forma inmoral, y que, al no existir en la Administración un control rígido, tiene muchas posibilidades de quedar impune.
Cada vez que habla de economía, tema en el que sus palmeros dicen que está puesto, mete la pata. Feijoó habló de las rentas más bajas. Dijo, textualmente, en un acto del PP en A Coruña, donde cargó duramente contra la política económica del Gobierno de Pedro Sánchez: “A las rentas más bajas, más débiles y más modestas se debe el PP en toda España, y el partido trabajará por ellos”.
Este es el mensaje, que puede calificarse como mínimo de hipócrita, por el que salió trasquilado y le atizaron en todos los morros en las redes sociales, dado que choca frontalmente con las políticas de Ayuso, quien concederá becas para estudiar en centros privados a familias con ingresos superiores a los 100.000 euros anuales. Sus propios conmilitones le contradicen con sus actos. Seamos claros: mandar, lo que se dice mandar en su partido, manda poco. Ejemplo: Ayuso rechaza las medidas de ahorro energético que Feijóo defendía hace solo diez días.
Núñez Feijóo no es trigo limpio, porque simula algo que no es, porque es falso, porque es un malo que va de bueno, porque no te puedes fiar de él porque no es realmente sincero.
La penúltima de Feijóo ha sido que ocultó al Parlamento de Galicia los manejos que le permitieron incrementar su patrimonio en más de 600.000 euros durante sus últimos dos años al frente de la Xunta, contraviniendo el articulo 15 del reglamento de la Cámara gallega que obliga a los diputados a aflorar sus bienes cuando obtienen su escaño y cuando lo abandonan, pero también cada vez que su riqueza personal registra una variación sustancial.
El artículo 15 dice así: “Las declaraciones deberán actualizarse siempre que existan circunstancias que las modifiquen”.
El Bloque Nacionalista Galego quiere que la Cámara autonómica obligue al político gallego a explicar cómo consiguió una fortuna de la que no disponía la última vez que realizó una declaración de bienes, en el año 2020. La mesa del Parlamento de Galicia, donde el PP tiene mayoría absoluta, tendrá que decidir ahora si ordena al líder del PP a un ejercicio de transparencia que se ahorró en su momento.
Quizás, es que le ha tocado 4 ó 5 veces la lotería en dos años, como al expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, militante también del PP, aunque cualquier español sabe que dejando de fumar, de tomar café y de cenar langosta los fines de semana te da para ahorrar unos dinerillos. ¿Capisci?