En estos días en los que la tecnología forma parte de nuestra vida (la tenemos incluso en nuestras neveras), me preocupa bastante el límite en el que nuestra privacidad se disipa en los límites de la modernidad.
El avance de la tecnología está transformando nuestras vidas de manera positiva pero también plantea cuestiones sobre la privacidad que en nuestra vida diaria mientras hacemos uso de ella nos olvidamos o no le prestamos la suficiente atención.
Diariamente lidiamos con las políticas de privacidad (que nadie las lee y acepta sin dudarlo un segundo) y no somos conscientes de la importancia que este gesto denota, ya que miles de empresas recopilan información y datos personales de los usuarios y ponen en riesgo nuestra privacidad.
En mi opinión deberían implementarse leyes más estrictas al respecto para poder proteger una de las pocas cosas que nos pertenecen desde el día en que nacemos: nuestra privacidad. El uso de datos por las empresas debería ser más transparente y los usuarios deberíamos ser educados sobre como proteger nuestra información personal en las redes.
Vivimos en una era digital en donde la información es poder y por ello debe ser manejada con el mayor de los cuidados y responsabilidad.
La privacidad no es un lujo sino un derecho fundamental que define nuestra libertad como individuos. Debemos aprovechar a nuestro favor los beneficios de la modernidad sin sacrificar la seguridad.
Rita Moneiba Darias VizcainoLas Palmas de Gran Canaria